20070522

Tiempo de Reflexión.

Tcnel ® JUAN MERCHÁN LÓPEZ

Iván Danilo Chacón L

Vision_universitaria@hotmail.com

Tomemos, del bardo exquisito, del inmortal escritor bonaerense Jorge Luís Borges, una manera metafísica existencial, para entender la muerte.

“La muerte es vida vivida

La vida es muerte que viene,

La vida no es otra cosa

Que muerte que anda luciendo”.

En tiempos de incertidumbre, de vientos huracanados, de angustia, de inicio de un nuevo milenio, se nos presenta la voluntad de Dios, y, viaja a la eternidad, un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra, en el decir del poeta Machado. Nos deja, el viejo mentor, Juan Merchán López. Que en el decir profundo, del gran Arturo Uslar Pietri, “No se es viejo, ni se es joven, se vive….”.

Vivió una vida ejemplar, fecunda, silenciosa, pero con una recia y carismática presencia terrenal, que desbordante de mágicos e inusuales consensos, procuro siempre alimentar, nutrir, exaltar, y, regar mitos, leyendas e historia viva, en una constante promoción de la amistad, y de encuentros inverosímiles de hermanos distantes por el tráfago siempre presente de odios y malquerencias inexplicables a la luz de los cambios societarios, políticos, y de un poder excluyente.

Juan Merchán López, fue un tachirense de excepción, un académico de la excelencia, Cultísimo, pero campechano, en el buen talante taribero.

Fue absolutamente estudioso, y, enamorado de los libros, para alimentar su alquimia. Director magnifico con el grado de Teniente Coronel de la Academia Militar de Venezuela.

Fundador del primer y, único “Instituto Universitario de Relaciones Públicas”, con sede en la Caracas de sus mil sueños, y de su utopía en procura de una Patria indivisa. Presidente de la Asociación Interamericana de Relaciones Públicas, y de la Asociación de Relacionistas de Venezuela., y, del Colegio de Relacionistas de Venezuela. Fue Escritor, conferencista, orador, educador, relacionista, militar “pundonoroso”., y, auténticamente amigo.

Fue un caminante permanente, para como esponja absorber y aportar lealtad, carisma, pero igualmente silencio estoico para evadir la maledicencia, y la intriga cortesana.

Compartió vida, junto a su amada Doña Ceci, quien cual néctar dulcificó sus vivencias, y vivifico su espíritu, como arcángel tutelar.

Fue un hombre sencillo, sin artificios, autentico.

En su Táriba gentil, “cuna de mi cariño”, se confundió con la tierra de sus correrías de azules ilusiones del ambiente salesiano de sus primeras letras, sueños, imaginaciones y creatividad para el hacer. Y junto al juglar, en el ambiente bucólico y poético de sus ancestros, despedimos al maestro, con el verso de Borges, de espiritualidad imperecedera:

“Yo que soy el que ahora está cantando

Seré mañana el misterioso, el muerto,

El morador de un mágico y desierto,

Orbe sin antes ni después ni cuando.

Indigno del infierno o de la gloria,

Pero nada predigo. Nuestra historia

Cambia como las formas de Proteo.

¿Qué errante laberinto, qué blancura

Ciega de resplandor será mi suerte,

Cuando me entregue el fin de esta aventura

La curiosa experiencia de la muerte?

Quiero beber su cristalino olvido,

Ser para siempre: pero no haber sido”.