20081018

Invitado especial, Programa del 18/10/08, Dr. José Pascual Mora García, Presidente de la Sociedad Bolivariana del Táchira, Vicepresidente de la Sociedad Historia de la Educación Latinoamericana, Individuo de Número y Expresidente de la Academia de Historia del Táchira, Miembro de las Academias de Historia de Boyacá (Colombia), Norte de Santander (Colombia) y Zulia. Profesor de la ULA-Táchira


Invitado especial del 04/10/08, Mons. Dr. Baltazar Enrique Porras Cardozo, Arzobispo Metropolitano de Mérida





20080529

PLATÓN VERSUS PROZAC

Iván Danilo Chacón Labrador

visión_universitaria@hotmail.com

Para iniciados, en la búsqueda incesante del conocimiento de la vida, de la solución de la conflictividad social, es importante adentrarse en la filosofía, y, más aún en la filosofía practica, como novísima tendencia filosófiva que nos permite las herramientas existenciales requeridas para superar el vértigo social.

En los inicios del milenio, estudiosos del pensamiento filosófico, procurando adaptar las claves en las nuevas realidades sociales, familiares, amorosas, económicas, existenciales, vale decir a la vida cotidiana de la persona humana, y, determinan una filosofía práctica como alternativa suficientemente válida para superar angustias, sinsabores, saltos en el vacío

En los Estados Unidos, y la vieja Europa, nuevamente aparecen adelantados estudiosos que, usando el argot futbolístico, dan el puntapié de apertura al juego de la filosofía práctica, con el libro “Más Platón y menos Prozac”, del autor, Lou Marinoff.

Como toda disciplina filosófica, la filosofía práctica hoy cuenta con “simpatizantes y opositores”. Nace en Alemania en la década de los ochenta del “siglo pasado”. Se ha esparcido por todo el globo terráqueo. De las enseñanzas de los pensadores desde la Grecia antigua, a nuestros días, puede encontrarse la “receta” aplicable para los males sociales, y lograr una mejor calidad de vida, con menos conflictos agobiantes, y dispersadotes de la paz colectiva.

Encontramos en la Europa milenaria, un calificado grupo de especialistas, encabezado por Gerd Achenbach, quien dio inicio a una labor de “laboratorio” humanístico para abordar la temática social de los nuevos tiempos. Esto es, a considerar la posibilidad de que la filosofía volviera a ser, como lo fue en Grecia hace más de 2.500 años, algo útil para la gente común: un marco de referencia aplicable a las experiencias cotidianas.

En sólo diez años, esta "ola filosófica" logró cruzar el Atlántico y llegar a los Estados Unidos, donde el experto Lou Marinoff, profesor de Filosofía en el City College de Nueva York y pionero de este movimiento, se dedicó a promover las ventajas de esta nueva propuesta y hasta escribió un libro sobre el tema, "Más Platón y menos Prozac".

Marinoff, se adapta a la nueva doctrina, que genera toda una suerte de críticas y descalificaciones hacia y desde esta nueva doctrina, lo cierto es que Marinoff plantea en su texto una serie de críticas más que justificadas a esa concepción tan de moda hoy en día, según la cual todo lo que resulta difícil de comprender automáticamente se cataloga como "patológico" o recibe el nombre de síndrome. Vale decir, no todo lo que sucede tiene que ser visto bajo la óptica distorsionada de la enfermedad ni necesariamente responde a un desequilibrio neuroquímico. A veces se trata de otra cosa, y justamente por eso las soluciones tampoco pueden ser las mismas.

Las personas en forma constante luchan para superar adversidades, conflictos, que obligan a encarar la realidad existencial para asimilar, comprender y manejarse en un mundo que cada día es más complejo, y no tienen por qué verse etiquetadas con un trastorno, cuando en realidad lo que están haciendo es avanzar por caminos consagrados a la búsqueda de una verdad más satisfactoria, más apropiada a su propia realidad, a su propio mapa mental, que de por sí es individualizado, en su percepción de su realidad exterior.

La idea básica de esta corriente doctrinaria, nos ubica en la necesidad de encarar un determinado problema mediante una conversación en la que se considere el dilema en sí, los sentimientos que éste genera, los estados emocionales que se derivan de él, y, los pros y los contras de cada posible solución, hasta llegar a la respuesta que mejor satisfaga.

Este proceso bien se puede hacer con un amigo o con un interlocutor más profesional que, en este caso, se denomina "consejero", "terapeuta-consultor" o "asesor filosófico", que con propiedad académica, e independientemente del receptor, la idea es que hablando con un amigo o con un experto en el tema, uno esté en condiciones de enfrentar con serenidad y sin muletas químicas ni dependencias de otro tipo, los desafíos, los mares procelosos existenciales que la vida le asoma a cada paso.

No se pretende a mi juicio, como iniciado en estas lides filosóficas, a buscar la eventualidad del consejero filosófico para que con su intervención limitada a un par de entrevistas, centradas sobre todo en un conflicto actual, porque nadie puede cambiar el pasado. El asesoramiento filosófico parte de estas premisas con el ánimo de ayudar a las personas a desarrollar formas productivas de ver el mundo y, en razón a que cada persona tiene su propio mapa de la realidad existencial, su propia manera de apreciar el mundo que lo rodea, y por consiguiente, a trazar un plan general de actuación en la vida cotidiana, para darse con su propia introspección la revisión de su interioridad, en la búsqueda de un mejorar constante, en la adecuación a las nuevas realidades que tenemos que enfrentar en nuestra vida en el día día de la cotidianidad

Profesor Universitario

Vision_universitaria@hotmail.com

Vision-universitaria.blogspot.com

20080514

FOTO ÙLTIMA CLASE SECCIÓN 214 CIDEC
CÁTEDRA DE PROGRAMACIÓN NEUROLINGÙÍSTICA EN LA CAREBEEAN INTERNACIONAL UNIVERSITY, CONVENIO CON CIDEC EN SAN CRISTÓBAL, EN LA CARRERA DE CIENCIAS GERENCIALES

20080105

Año Nuevo: Poner últimas piedras

En este año nuevo, revisamos el valor que nos enseña la importancia de terminar lo que emprendemos.

Comenzar algo siempre nos llena de entusiasmo. Un nuevo trabajo, un nuevo proyecto, una nueva relación trae consigo esperanzas y expectativas. En realidad poner “la primera piedra” de un edificio es relativamente sencillo. Pero poner “la última piedra” no es tan fácil.


El poner la última piedra es un valor que nos enseña la importancia de terminar lo que emprendemos y no dejarlo a medias.


Cuando termina un año, se da un doble fenómeno: el de la alegría de comenzar un nuevo ciclo, pero en cierta forma también un poco la tristeza de ver que no terminamos todo lo que nos propusimos.


No podemos permitir que el desánimo o la tristeza nos impidan actuar. Los grandes proyectos requieren de un trabajo constante. Las grandes obras se componen de pequeños esfuerzos que se realizan todos los días. Pero también es importante sentarse a meditar en qué queremos lograr y hacia donde esperamos ir. Si no tenemos la constancia y la lucha diaria de construir las cosas grandes con pequeños detalles, nos quedaremos colocando primeras piedras, pero no acabaremos nuestras obras.


Poner la última piedra es la culminación que nos brinda paz y una conciencia serena. Quienes siempre emprenden pero nunca terminan acaban desanimándose y llegando a un conformismo mediocre que no es sano.

Para poner últimas piedras, debemos conocer nuestras capacidades y nuestros defectos. Pero nuestros proyectos siempre deben exigirnos un poco más de lo que podemos hacer. Todos los seres humanos tenemos limitaciones que vamos conociendo con el paso del tiempo. Un joven es mucho más soñador que un adulto. Los jóvenes con frecuencia se establecen metas demasiado altas, poco acordes a sus posibilidades reales. Por el contrario, a veces las personas mayores tienden a ser más pesimistas, pues se han dado cuenta de que la vida no es tan sencilla y que los sueños son difíciles de materializar.

Pero ninguna de las dos actitudes es sana: ni la del joven que no mide sus posibilidades, ni la del adulto que deja de soñar. Tener una actitud equilibrada significa plantearnos metas un poco mayores de lo que sabemos que podemos hacer, y asegurarnos de poner la última piedra. Y una vez que lo logremos, volver a empezar haciendo planes, proyectos y fijándonos nuevas metas, cada vez más altas.

Podemos sentir desánimo porque nosotros no pudimos hacer lo que queríamos, y es lógico. Sin embargo nunca debemos olvidar que si lo que emprendemos no lo hacemos solo para nosotros, ni solo nosotros, sino haciéndolo para la Gloria de Dios y contando con Su ayuda, lo lograremos.

Siempre conviene recordar el Episodio de las Bodas de Caná que nos narra San Juan en su Evangelio, cuando Nuestro Señor Jesucristo hizo su primer milagro: Convirtió el agua en vino, pero hay una nota muy importante que debemos resaltar: antes de convertir el agua en vino, pidió que se llenaran seis tinajas que tenían para las purificaciones de los judíos. El evangelista nos narra que “las llenaron hasta arriba”. Este pasaje debe recordarnos que el Señor podría haber creado el vino por un solo acto de Su voluntad, sin embargo quiso que los hombres llenaran las tinajas. Dios está dispuesto a ayudarnos, y hará lo que nosotros no podemos, pero cuenta con nuestro esfuerzo. Y nosotros debemos “llenar las tinajas hasta arriba”, no hasta la mitad, ni a tres cuartos de su capacidad, sino “hasta arriba”. Esto significa que cuando tengamos un proyecto, un trabajo, o pongamos una “primera piedra”, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo, y confiar en que Dios suplirá lo que nosotros no podemos hacer.

Es fácil poner primeras piedras, pero no es tan fácil poner últimas piedras. Quien pone últimas piedras se convierte en un elemento fundamental en su familia, en el trabajo, en la comunidad, porque todo el mundo sabe lo difícil que es concluir una tarea y lo fácil que es empezarlas. El secreto de la última piedra está en que si nosotros hacemos nuestro mejor esfuerzo y se lo ofrecemos a Dios, él se encargará de ayudarnos a concluirlo.

Dentro de lo que nos corresponde a nosotros, para vivir el valor de poner últimas piedras podemos:

- Establecer una fecha clara para terminar un proyecto.

- Saber que todo cuanto emprendamos tarde o temprano tendrá obstáculos, y estar preparado para ello.

- Crear un calendario en el que establezcamos acciones concretas para terminar nuestros proyectos.

- Todo gran edificio está construido con partes más pequeñas. Debemos acostumbrarnos a hacer pequeñas acciones, pero muy constantes.

- No poner una sola “última piedra” sino muchísimas, que el culminar nuestras actividades o proyectos se convierta en un hábito, y no en una excepción.

Concluye un año y empieza otro. Y es el momento no solo de hacer propósitos, sino de hacer nuestro esfuerzo humano para “llenar las tinajas”, pero nunca olvidar que si realmente queremos poner la última piedra, debemos pedir la ayuda de Dios y él no nos la negará.

Pidámosle a la Santísima Virgen María que interceda ante nuestro Señor para que este año que comienza tenga muchos y muy buenos propósitos, pero que sobre todo tenga muchas “últimas piedras” y que la mejor “última piedra” sea la de vivir al final de este año que comienza como buenos cristianos que amemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas, y que amemos al prójimo como a nosotros mismos.

¡Feliz año 2008 les desea todo el equipo de Visión Universitaria

Recopilación de Encuentra.com y de Encuentra Networks!