20060927


ANÁLISIS EN VISIÓN UNIVERSITARIA

LIC. IVÁN DANILO CHACÓN LABRADOR. MODERADOR. CANAL 21. TV.


“MEDIOCRIDAD Y BUSQUEDA DE EXCELENCIA”.

Hay una masa humana, a la que JOSÉ INGENIEROS, se encargo con especial valentía en graficar, radiografiar en su colosal obra “EL HOMBRE MEDIOCRE”. Decía Ingenieros:

“El hombre mediocre que se aventura en la liza social tiene apetitos urgentes: el éxito.

No sospecha que existe otra cosa, la gloria, ambicionada solamente por los caracteres superiores”. “El hombre excelente se reconoce porque es capaz de renunciar a toda prebenda que tenga por precio una partícula de su dignidad.”

Debemos estar persuadidos de que la cultura de la vida nos orienta numerosas posibilidades con las que podemos realizarnos en plenitud. Podemos hacer mucho, poco o nada, dependiendo de los niveles de conciencia. Si buscamos ideales trascendentes, volamos hacia lo más alto. Igualmente podemos dirigirnos por donde los otros decidan, que debemos hacer y hasta donde podemos llegar.

La orientación del timón de nuestra vida, nos presenta un camino hacia la calidad, hacia el perfeccionamiento, hacia la excelencia, que refleja el paradigma de los visionarios. Podría presentarse otro camino, que no es otro que la rendición, que lo toman los que renunciaron a la vida, los que apenas sobreviven, los que desconocen sus forlezas, y observan en el día día sus debilidades, condenados a vivir a ras del suelo. Otro camino es el de el ser mediocre. Personas con potencialidades, pero que rindieron.

Ingenieros, los describe, viviendo en la medianía; conformados con lo que no posee calidad; quedarse, esperar, imitar, acomodarse a las apariencias, anular la iniciativa, parecerse a los demás. Es esa persona que nunca lucha por sus ideales, por sus sueños, no cree en la perfección; se burla de lo bello, de lo lírico, de lo romántico, experimentando c on frecuencia sentimientos bajos como la envidia, es apático, soez, vive mentalmente del pasado.

Vencer la molicie, el marasmo, lo subalterno, lo frívolo, revisarnos en nuestra interioridad, restaurar la confianza en nosotros mismos, saber y entender que es posible ascender, vencer, ganar, superar,

Debemos mirar con fe, levantando la mirada para ser auténticos. Nunca debemos repetir hábitos y lenguajes de otros. Poseemos el derecho a ser únicos sin dejar de vivir con los demás, siendo solidarios con el prójimo, soñando y logrando construir un mejor destino.

Los avances hacia lo superior se logra retando el miedo, la flojera, el facilismo, para abrirle las compuertas a la imaginación, la creatividad, el riesgo, la voluntad. El reto es la búsqueda permanente hacia el encuentro con lo mejor que tenemos, y con ello construir lo mejor que podemos.

Digamos con Ingenieros: El hombre de mérito se adelanta a su tiempo, la pupila puesta en un ideal; se impone dominando, iluminando, fustigando, en plena luz, a cara descubierta, sin humillarse, ajeno a todos los embozamientos del servilismo, y de la intriga. Y agregaríamos, de la medianía, de la maledicencia, de lo subalterno, de la felonía, de lo sibilino.

20060922

Conoce los Valores

Por naturaleza el hombre repudia todo aquello que afecta a su dignidad e integridad. Los Valores estás presentes en cualquier sociedad humana, el robo siempre es sancionado, la agresión a las personas, el trabajo mal hecho, el homicidio...

La sociedad exige un comportamiento digno en todas los que participan de ella, pero cada persona se convierte en un promotor de Valores, por la manera en que vive y se conduce.

Podemos cometer el error de decir que conocemos y vivimos los Valores, pensando que "somos buenos" de forma elemental.

Lo primero que debemos hacer para conocerlos, es desarrollar nuestra capacidad de observación, atendiendo primeramente a todo lo que se refiere a nuestra persona: hábitos, actitudes, modales y la forma en la que nos relacionamos con las demás personas, distinguiendo con claridad las actitudes positivas y negativas que tenemos.

De esta forma podemos encontrar que con cierta facilidad incurrimos en algunas faltas como:

· No saludar con amabilidad.

· Arrojar basura fuera de los depósitos.

· Conducir con exceso de velocidad, con la consiguiente falta de respeto al derecho de vía de otros conductores.

· Utilizar un lenguaje inadecuado en todo momento.

· Tener en desorden los objetos que están encima de nuestro escritorio o mesa de trabajo.

· ser impuntuales,

· Interrumpir frecuentemente en las conversaciones.

· No cuidar los buenos modales al comer.

· Caminar atropelladamente para tener un mejor lugar.

Y otras tantas que de acuerdo a nuestro pequeño análisis hayamos encontrado, curiosamente veremos que muchas de nuestras actitudes las vemos en otros y nos molestan, sin darnos cuenta que faltamos a la urbanidad, la generosidad, la justicia, al respeto, a la honestidad... Con lo anterior, nos damos cuenta de la necesidad de conocernos a nosotros mismos

Podemos ver con agrado:

· La cortesía: al conducir nuestro automóvil permitiendo el paso o utilizando un correcto vocabulario;

· Los buenos modales: saludar y despedirse de las personas con quien convivimos diariamente, mostrando educación al comer, en el trato con quienes atienden público

· La plática amable: sin ofender, procurando evitar el doble sentido y la burla, con charlas que ayuden al enriquecimiento personal o cultural;

· La sinceridad: decir la verdad, procurando que nuestra personalidad sea la misma para todos los que nos conocen;

· El respeto: a las normas establecidas por las autoridades, a la intimidad de las personas;

· El orden: en nuestros efectos personales, el horario de comidas y descanso, al programar nuestros gastos...

No basta descubrir los valores, es necesario cuidarlos y educarlos, pues las personas se desarrollan para mejorar continuamente, no como un anexo a nuestra forma de ser, sino como parte de nuestro actuar cotidiano y para llegar a este punto hace falta tener ilusión.

Es una ilusión por mejorar personalmente, por mejorar la sociedad en la que vivimos, sirviendo a los demás, procurando su bienestar, con nuestro actuar hacemos a otros vivir los Valores. Conscientes que el desarrollo personal no termina, pues los valores dan criterio y forman buenos hábitos.

A partir de este momento podemos plantearnos vivirlos con intensidad, con rectitud de intención en los motivos que tenemos para hacerlo.