20041102

ANÁLISIS DE VISIÓN UNIVERSITARIA SABADO 02-10-2004

Un breve análisis de un gran valor, La Paz. Esta virtud alimenta nuestro ánimo, de tranquilidad y sosiego, y se opone a la turbación y las pasiones.

La paz nos irradia sana convivencia entre todos los mortales. La paz es fruto de un justo y equilibrado ordenamiento social, en donde no se cultive los odiosos privilegios, y donde todos tengamos oportunidades iguales para el desarrollo humano, que se respete el derecho ajeno. Y, parodiando a Benito Juárez “ El respeto al derecho ajeno es la paz”,

Lograr la paz, no solamente es disipar vientos huracanados en nuestro ambiente social, no es simple y llanamente apartar conflictos , pues es propio de humanos ejercitar el conflicto, del cual en forma racional los hombres los afrontan, los ejercen, pero igualmente los superan con métodos no violentos.

El gran Mahatma Gandhi, promovió la Resistencia no violenta, al luchar con su forma pacífica por ideales de emancipación de su India originaria, frente a la dominación británica.

Esta resistencia no-violenta, o no-violencia activa, se caracterizó al oponerse a tantas injusticias con la fuerza del espíritu, superando a la de los fusiles.

Con esta táctica pacífica, Gandhi promovió manifestaciones, desobediencias, con una gran serenidad, con temple, tolerancia, y un gran valor, sin derramar una gota de sangre, derrotando finalmente a las fuerzas británicas, que oprimían, y mancillaban la espiritualidad de los pobladores de la India.

Hay que reconocer la dignidad de la persona humana, igualmente respetar los derechos de los demás, para exigir los propios.

Debemos fomentar el conocimiento, la confianza, la solidaridad, la responsabilidad, la humildad, la justicia, en nuestras relaciones con nuestros semejantes.

En nuestras interacciones, relaciones, debemos ser flexibles, ecuánimes, y reaccionar con mucha calma y firmeza frente a cualquier agresión.

La paz la construimos, la fomentamos, con el debido respeto a toda manifestación de ideas y pensamientos de los demás,e igualmente con la aceptación de sociedades y culturas distintas a la nuestra.

Invoquemos a su Santidad Juan Pablo II, AL DECIR CON ÉL:

“NUNCA MÁS LA GUERRA!

¡ NO , NUNCA MÁS LA GUERRA!,

QUE DESTRUYE LA VIDA DE LOS INOCENTES,

QUE ENSEÑA A MATAR Y TRASTORNA IGUALMENTE

LA VIDA DE LOS QUE MATAN,

QUE DEJA TRAS DE SÍ UNA SECUELA

DE RENCORES Y ODIOS

Y HACE MÁS DIFÍCIL LA JUSTA SOLUCIÓN

DE LOS MISMOS PROBLEMAS

QUE LA HAN PROVOCADO...!”

20041009

ANÁLISIS DE VISIÓN UNIVERSITARIA DEL SABADO 09-10-2004

Damos inicio al programa de hoy, con una ligera reflexión sobre una gran virtud del ser humano, nos referiremos a la prudencia.

La prudencia es una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en el discernimiento y el saber distinguir lo que es bueno o malo, para procurar su seguimiento o apartarnos de las tentaciones.

En la vida surgen multiplicidad de circunstancias que nos someten a pruebas de comportamiento, que nos invitan a actuar con sensatez, con cautela, cuando sabemos valorar nuestra propia vida, la vida de los semejantes y, en línea general las cosas que debemos mantener como paradigmas de nuestro horizonte.

El ser humano debe tener conciencia plena de los peligros que le acechan en la cotidianidad, generalmente imprevistos e inconvenientes para un bien vivir. A los cuales debemos anticiparnos sin que cunda la alarma o el pánico, con un propósito impostergable de orientar un legítimo instinto de conservación.

La moderación, la ecuanimidad, un justo equilibrio son valiosos elementos legados por los grandes pensadores de todos los tiempos, fundamentalmente los filósofos antiguos, para quines cultivar la prudencia era un sano ejercicio de sabiduría como intuición muy natural.

El reconocer en forma reflexiva cuando debemos hablar y cuando callar, cuando obrar y cuando destruir, cuando actuar y cuando abstenernos de cualquier acto humano, es de seres prudentes.

Debemos tener siempre presente la obligación de reflexionar sobre las graves consecuencias que derivan de una acción imprudente, cuando desafiamos los mapas de una realidad. Generar indiscreciones y chismes como cultura negadora de los valores humanos, prestándole atención a la maledicencia, a los rumores que permanentemente circulan acerca de personas e instituciones, sin detenernos a averiguar si hay certeza o fundamentación en los mismos, es incurrir en practicas malsanas. Debemos siempre pensar antes de actuar. Debemos ser precavidos, sensatos, cuidadosos, responsables, moderados, reflexivos, cautelosos, más aun en tiempos tormentosos, donde debe imperar una sana convivencia, inspirada en solidaridad militante.

Recordemos con Séneca, palabras de sana prudencia:

“ El que es prudente es moderado; el que es moderado es constante; el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza; el que vive sin tristeza es feliz; luego el prudente es feliz”

20040911

LA TOLERANCIA.

LIC. IVÁN DANILO CHACÓN LABRADOR. DIRECTOR – PRODUCTOR Y MODERADOR DEL PROGRAMA DE T.V.

El gran Confucio, filósofo y letrado chino, mantuvo una preocupación en la necesidad de formar hombres que vivieran conformes con la virtud, donde prevaleciera el orden en el estado. En su utopía de una sociedad ideal, soñó con una época de tolerancia universal en la que los ancianos vivirían tranquilos sus últimos días; los niños crecerían sanos; los viudos, las viudas, los huérfanos, los desamparados, los débiles y los enfermos encontrarían amparo; los hombres tendrían trabajo, y las mujeres hogar; no harían falta cerraduras, pues no habría bandidos ni ladrones, y se dejarían abiertas las puertas exteriores. Esto se llamaría la gran comunidad.

El respeto a las reglas de juego que hacen posible vivir en sociedad, nos permitiría la existencia de esa gran comunidad planteada por el confucianismo. De allí que quien ejerce la autoridad- el gobernante, el padre de familia, el profesor, el policía, el árbitro- está obligado a defender el cumplimiento de la norma común.

Defender el cumplimiento de la ley o la costumbre, implica casi siempre no tolerar su incumplimiento. Hay situaciones que permiten imponer la permisividad del mal. Cuando una autoridad se hace la vista gorda. Podríamos malinterpretar la tolerancia, como prerrogativa de quien tiene el poder y modera el ejercicio del mismo.

Los clásicos llamaron clemencia a la tolerancia política. Séneca escribió el tratado De clemencia para influir sobre Nerón que empezaba a mostrar su cara intolerante. El filósofo estoico profundiza en la naturaleza del poder y presenta un verdadero programa de gobierno: el príncipe, como alma que informa y vivifica el cuerpo del Estado, debe gobernar con una justicia atemperada por la clemencia, que es moderación y condescendencia de los poderosos. Shakespeare, en El mercader de Venecia, hace un elogio insuperable de la clemencia: bendice al que la concede y al que la recibe; es el semblante más hermoso del poder, porque tiene su trono en los corazones de los reyes. Cervantes hace decir a don Quijote que se debe frenar el rigor de lay, pues “no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo”, dándole un sabio consejo a Sancho Panza, Gobernador de la ínsula Barataria: “Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.

Voltaire, en su tratado sobre la tolerancia, eleva una oración en la que pide a Dios que nos ayudemos unos a otros a soportar la carga de una existencia penosa y pasajera, que las pequeñas diversidades entre los vestidos que cubren nuestros débiles cuerpos, entre todas nuestras insuficientes lenguas, entre todos nuestros ridículos usos, entre todas nuestras imperfectas leyes, entre todas nuestras insensatas opiniones, no sean motivo de odio y de persecuciones.

El discurso final de Charles Chaplin en El Gran Dictador, es un grandioso canto a la tolerancia: Me gustaría ayudar a todo el mundo si fuese posible: a los judíos y a los gentiles, a los negros y a los blancos…. La vida puede ser libre y bella, pero necesitamos humanidad antes que máquinas, bondad y dulzura antes que inteligencia….No tenemos ganas de odiarnos y despreciarnos , en este mundo hay sitio para todos….Luchemos por abolir las barreras entre las naciones, por terminar con la rapacidad, el odio y la intolerancia….Las nubes se disipan, el sol asoma, surgimos de las tinieblas a la luz, penetramos en un mundo nuevo, un mundo mejor, en el que los hombres vencerán su rapacidad, su odio y su brutalidad.

Debemos reconocer, que muchos sueños de estos grandes pensadores, y otros tantos, no se han cumplido. Por el contrario el propósito de las Naciones Unidas al proclamar el año 1995, como el año de la tolerancia, después de más de medio siglo de Hiroshima, es porque tiempos tormentosos han apagado la luz de un mejor destino social. El “nunca más” deseado por la humanidad de diluye con hechos como el infausto septiembre de las torres gemelas de N.Y.; la crisis de rehenes de la semana pasada en un colegio en Beslan al sur de Rusia, en donde murieron al menos 335 personas, promovidas por grupos independentistas chechenios, apoyados por fundamentalistas internacionales, por referir dos casos que han estremecido a la humanidad.

Evitemos que con la tolerancia, se juegue a la declaración de buenas intenciones, alimentadas por palabrería ineficaz.

La Historia nos presenta ejemplos dicotómicos, como el caso de Voltaire, quien pontifico la mitad de su vida sobre la necesidad de la tolerancia, pero al mismo tiempo avivaba los odios ancestrales entre judíos y cristianos. En Europa lo veían como el genio del odio, al punto que su amigo Diderot lo graficó como el Anticristo, en razón de haber asegurado Voltaire que si “Jesucristo necesitó doce apóstoles para propagar el Cristianismo, yo voy a demostrar que basta uno solo para destruirlo”.

Ante la patética realidad, de proliferación de tiempos tormentosos, de conflictividad, de lecturas tan opuestas, es imperativo confiarle a la ley la delimitación entre lo tolerable y lo intolerable, para garantizar una armonia social para nuestros hijos.

20040904

PROGRAMA 04-09-2004—CANAL 21 TV

ANÁLISIS VISIÓN UNIVERSITARIA.

LA HUMILDAD.

Para un ser humano, personificar la humildad, debe hacer el esfuerzo de escuchar y de aceptar a los demás. Vale decir, una persona, que acepta a los demás, más se tendrá en especial estima, y, se le escuchará más.

En la profundidad del ser yace la autoestima. En esa profundidad fluye la humildad. Para adentrarnos en ese vasto espacio, viajamos a una zona desconocida, con mucha oscuridad. Para penetrar nuestra interioridad, debemos despojarnos de falsas posturas, de fantasías, de utopías irrealizables, que nos hacen falsear la perspectiva. Lograr desenterrar esa joya, de lo más profundo de nuestro ser, es lograr la luz. Sus rayos irradian en las circunstancias más oscuras. Permite disipar el miedo, la inseguridad, la iniquidad, y nos permite descubrir las verdades universales inequívocas.

Debemos tomar conciencia, que somos depositarios de humildad. Ese valor, eleva la autoestima, realzando las relaciones múltiples en el camino de la vida. Nos lleva a asumir reflexiones silenciosas, de tomar el tiempo para sí mismo, mirando la existencia con perspectiva diferente. Debemos renovar nuestras relaciones con el propio ser y con el mundo que nos rodea. Ser humildes es dejar hacer y dejar ser. La humildad nos permite eliminar la posesividad y la visión limitada que hacen crear limitaciones intelectuales y emocionales, que destruyen la autoestima y fortifican muros de arrogancia y de orgullo que distancian a las personas. La humildad, nos abre con suavidad la puerta del acercamiento, de la solidaridad, de la equidad, de la ecuanimidad, corrigiendo y actuando para sanar fisuras. La virtud de la humildad, permite que seamos dignos de confianza, adaptabilidad, flexibilidad, logrando con humildad adquirir grandeza en el corazón de los demás

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Una persona humilde tiene adaptabilidad en cualquier ambiente, por muy hostil o negativo que pueda ser. Mucho más necesaria es la humildad, cuando del servicio a los demás se trata. RECONOSCAMOS QUE NO PUEDE HABER BENEFICIO PARA EL COLECTIVO SIN HUMILDAD. La presencia de una persona humilde hace un ambiente proclive para el disenso, la cordialidad, la solidaridad, el buen decir y el buen hacer. La persona humilde disipa la ira de otra con pocas palabras, y, hace relievar, el dicho, de que una palabra dicha con humildad tiene más fuerza, que el significado de mil palabras. La humildad nos abre con claridad el horizonte. Para lograrlo debemos tener nuestra visión deslastrada de egoísmos, maledicencia, vale decir, tener la mente y el intelecto limpios de distorsiones negativas. Debemos significar la humildad en el momento de expresar opiniones, posturas, interpretaciones, haciéndolo con mente abierta y con el reconocimiento de las particularidades, Reconozcamos y aceptemos la fortaleza y la sensibilidad de nosotros mismos y de los demás. Sin humildad nunca podremos fortalecer la sociedad civil, la comunidad vecinal, el centro de nuestras acciones y ejecutorias profesionales o laborales, ni tendremos la benevolencia de servir con equidad

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El orgullo es opuesto a la autoestima. El orgullo aflora siempre en la persona desvalorizada, que se cobija en él para escapar de sus sentimientos de inferioridad. Podemos medir la grandeza, sin necesidad de asumirla con orgullo. Una persona desvalorizada, pide a voz en cuello honores y elogios para hacerse persona valiosa, en contraposición a sus sentimientos, a la autenticidad, a la seguridad interior

Brindémosle a la humildad el espacio para que ilumine la oscuridad, y permita que estemos concientes de las cosas buenas que poseemos, apartando por innecesaria la envidia, el enojo, el orgullo. Estando con tranquilidad espiritual, con armonía con nosotros mismos, para poder valorar y apreciar a otras personas. Para reconocer nuestras culpas, nuestras fallas, errores, equivocaciones, y descubrir esa fuerza interior que nos permite conocernos, y aceptar la crítica como posibilidad cierta de crecimiento.

20040731

Ingenieros


LIC. IVÁN DANILO CHACÓN LABRADOR. DIRECTOR – MODERADOR

Hoy presentamos en Visión Universitaria, un breve enfoque sobre pasajes de una de las grades obras de José Ingenieros, escritor Italo- Argentino, quien nos dejo para la posteridad con visión y fe de carbonero, Las Fuerzas Morales, una deontología de la moralidad, donde se le da primacía en todo a la conceptualización de un idealismo ético en función de la experiencia social.

Quiero dedicarles este análisis a nuestros consecuentes televidentes, en especial a nuestros queridos alumnos de la cátedra de ética profesional en la universidad tachirense.

Ingenieros, sentencia: que la solidaridad es armonía que emerge de la justicia. Hay solidaridad en una comunión de hombres cuando la dicha del mejor enorgullece a todos y la miseria del más triste llena a todos de vergüenza. Sin esta fuerza que acomuna las voluntades y los corazones, imposible es realizar grandes ensueños colectivos; la cohesión de un pueblo depende exclusivamente del unísono con que ritmen las esperanzas, los intereses y los ideales de todos.

Donde falta justicia no puede haber solidaridad; sembrando la una se cosecha la otra. Gobernar un pueblo no es igualar a sus componentes, ni sacrificar alguna parte en beneficio de otras; es propender hacia un equilibrio que favorece la unidad funcional, desenvolviendo la solidaridad entre las partes, que son heterogéneas sin ser antagónicas.

La heterogeneidad es natural, por la diferencia de aptitudes y de tendencias humanas; y es provechosa, porque engendra las desigualdades necesarias para las múltiples funciones de la vida social. Siendo naturales, las desigualdades no pueden suprimirse; ni convendría suprimirlas aunque se pudiese. La solidaridad consiste en equilibrarlas, creando la igualdad ante el derecho, para que todas las desigualdades puedan desenvolverse íntegramente en beneficio de la sociedad.

José Ingenieros, afirma: Todo privilegio a favor de una casta, partido, sexo, fracción o grupo, cohesionado en oposición a los demás, es un residuo den barbarie violatoria de la justicia. Las naciones están civilizadas en cuanto oponen la solidaridad total a los privilegios particulares.

El odio y la hostilidad entre las partes son reflejos de viejas carcomas que perturban el equilibrio de la sociedad y rompen la armonía de sus funciones. Esos funestos sentimientos sólo podrán extinguirse poniendo la justicia como fundamento de la ética social, la Verdad como base de la cultura colectiva y el Trabajo como primera condición del mérito. El privilegio, la superstición y la ociosidad son los enemigos de la paz social.

20040724

PRETENDER SER EDUCADOR………

LIC IVÁN DANILO CHACÓN LABRADOR. MODERADOR.-

Pretender ser Educador, obliga a un manejo con finura de principios que nos permita con su correcta utilización, nunca perder el rumbo como consecuencia de equivocaciones que desdeñen el buen hacer de la docencia.

Recordemos lecciones primarias que nos informan la manera cómo se orientaban los marinos en la antigüedad. Con gran sentido de la orientación nunca se perdían en los mares, en razón que lograban por medio de las estrellas proseguir sus rumbos. Las estrellas surgían en la antigüedad para los marinos como los principios, y los marinos eran grandes maestros que día a día aprendían a guiarse por los principios de su profesión que eran las estrellas.

Cuando observamos ciertas posturas de novísimos docentes, en circunstancias y tiempos de múltiples confusiones que nos hacen navegar en mares procelosos, es imperativo atinar en la consecución de guías orientadoras que nos extraigan de la confusión intelectual, y evitar que nuestros alumnos sean victimas de nuestra falta de pericia marinera.

Aprender a guiarse por principios es inequívocamente aprender a guiarnos mirando las estrellas del saber, para adentarnos en una profesión que representa lo sublime, en vocación y en acción, con creatividad y bondadosa imaginación.

Todas las profesiones cuentan con sus principios guías, que adornan sus ejecutorias con fundamentos básicos. Todo principio es punto de partida como igualmente de llegada en el campo intelectual, vale decir son alfa y omega de la búsqueda de conocimiento, de aporte de conocimiento como el tema que nos atañe, con la sana intención pedagógica.

Recordemos que toda ciencia se puede sintetizar en un principio. Toda disciplina puede tener un manejo a base de principios, lo que nos lleva a subrayar que la pedagogía tiene una fundamentación igualmente basada en principios.

Un buen docente universitario, debe utilizar en sus predicas principios éticos, que adornen una transmisión de conocimientos a sus alumnos con facilidad, aislando cualquier barrera que disloque lo accesible de los mismos.

El arte pedagógico se va perfeccionando en un ejercicio docente de acumulación de experiencias éticas, que den lugar a convertirnos en conquistadores de la inquieta mente y el corazón impetuoso de nuestros alumnos, enmarcados en un anhelo constante de un descubrimiento de un horizonte inmenso que le depara la existencia.

20040717

ANÁLISIS EN VISIÓN UNIVERSITARIA DEL SABADO 17 DE JULIO DE 2004.

Según la autorizada opinión de uno de los grandes novelistas hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo XX, y lo que va del siglo XXI, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, “La literatura es mucho más que un pasatiempo”. Entre otras cosas, contribuye a crear ciudadanos libres y críticos.

La literatura es un entretenimiento que puede permitirse quienes disponen de mucho tiempo libre.

Según Vargas Llosa la literatura es uno de los más enriquecedores quehaceres del espíritu, una actividad irremplazable para la formación del ciudadano en una sociedad moderna y democrática, y que, por lo mismo, debería inculcarse en las familias desde la infancia y formar parte de todos los programas de educación.

El insigne escritor hispano-peruano manifiesta que “VIVIMOS EN UNA ERA DE ESPECIALIZACIÓN DEBIDO AL PRODIGIOSO DESARROLLO DE LA CIENCIA Y LA TÉCNICA, Y A SU FRAGMENTACIÓN EN INNUMERABLES AVENIDAS Y COMPARTIMIENTOS”.

La especialización según Mario Vargas Llosa trae muchos beneficios, pues permite profundizar en la exploración y la experimentación, y es el motor del progreso. Pero también va eliminando esos denominadores comunes de la cultura gracias a los cuales podemos coexistir, comunicarnos y sentirnos solidarios.

La literatura, en cambio, es un denominador común de la experiencia humana. Los lectores de Cervantes o de Shakespeare, de Dante o de Tolstoi nos entendemos y nos sentimos miembros de la misma especie porque en sus obras aprendimos aquellos que compartimos como seres humanos, los designios vitales, las geografías, las circunstancias y los tiempos históricos.

Mario Vargas Llosa profundiza al señalar “Nada defiende mejor contra la estupidez de los prejuicios, del racismo, de la xenofobia, del sectarismo religioso o político, o de los nacionalismos excluyentes como ésta comprobación incesante que aparece siempre en la gran literatura: La igualdad esencial de todos los hombres”.

Nada enseña mejor que las buenas novelas a ver, en las diferencias étnicas y culturales, la riqueza del patrimonio humano y a valorarlas como una manifestación de su simple creatividad.

Leer buena literatura es también aprender qué y cómo somos en nuestra integridad humana en nuestra presencia pública y en el secreto de nuestra conciencia. Este conocimiento solo se encuentra en la novela.

Vargas Llosa enfatiza “Ni siquiera las otras ramas de las humanidades, como la filosofía, la historia, o las artes, han podido preservar esa misión integradora y un discurso asequible al profano pues han sucumbido también al mandato de la especialización.

Ese sentimiento de pertenencia a la colectividad humana a través del tiempo y el espacio es el más alto logro de la cultura y nada contribuye tanto a renovarlo en cada generación como la literatura.

Mario Vargas señala otra razón para dar a la novela una plaza importante en la vida de las naciones es que, sin ella, el espíritu crítico, motor del cambio histórico y el mejor valedor de la libertad sufriría una merma irremediable.

20040626

ANÁLISIS EN VISIÓN UNIVERSITARIA- SABADO 26 DE JUNIO DE 2004.

Un breve análisis sobre la presencia en la historia contemporánea venezolana, de un valioso movimiento académico y estudiantil, identificado como la gloriosa “Generación del 28”, conformada por jóvenes universitarios, que protagonizaron en 1928, en la oportunidad de celebrarse el carnaval caraqueño de la época, que culmino, en una abierta propuesta cuyo destino era la modificación del régimen político presidido por Juan Vicente Gómez, e igualmente luchar por un cambio en los fundamentos que guiaban la cultura y la sociedad venezolana.

Este movimiento universitario de estudiantes en un primer momento de la UCV, entre 1923 y 1925, se dan a la tarea titánica de reconstruir los organismos de representación, en los centros adscritos a las facultades de Medicina, Derecho e Ingeniería. Seguidamente promueven la reconstrucción de la Federación de Estudiantes de Venezuela, suspendido hasta la fecha por mandato del gobierno de Cipriano Castro.

Dan inicio a ciclos de conferencias, fundan la revista La Universidad, reciben motivaciones del órgano de los universitarios de la Universidad de Madrid, y proyectan la construcción de la Casa de Bello, con el propósito de contar con una sede propicia para realizar actividades culturales, e igualmente permitir albergue a estudiantes de escasos recursos económicos, que provenían del interior del país.

Este grupo universitario, lo presidía Jacinto Bombona Pachano, y lo integraban entre otros estudiantes, Raúl León Otero, Isaac Pardo, Miguel Otero Silva, Juan José Palacios, José Tomás Jiménez Arráiz, Elías Benarroch.

Promueven jornadas para recaudar fondos para lograr la realización de las actividades culturales, y dan inicio a la organización de la Semana del Estudiante, con motivo del carnaval de 1928. Destacan en el programa actos como: homenaje a los próceres en el Panteón Nacional; recital de la juventud, en un teatro de Caracas; concentración juvenil en la Pastora, coronación de la reina de los estudiantes Beatriz Peña, entre otros.

En la coronación de Beatriz I, participa un exiliado político, luchador popular en el exterior y uno de los introductores de la teoría marxista en nuestro país, como lo fue PIO TAMAYO, quien da lectura a un poema señalado como subversivo por el régimen, igualmente el cuestionamiento a las intervenciones de los jóvenes estudiantes de Derecho, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Joaquín Gabaldón Márquez, calificadas por las autoridades como irrespetuosas e inconvenientes, y el acto irreverente según el régimen, cometido por Guillermo Prince Lara, quien destruye una placa conmemorativa de una obra del gomecísmo, se da inicio a una ola represiva del gobierno reprimiendo los festejos conmemorativos, encarcelando a los dirigentes de la jornada universitaria conduciéndolos a la temida Rotunda, lo que dio lugar a un acto solidario del resto de los estudiantes quienes se entregan voluntariamente a la policía. El gobierno gomecista los remite al castillo de Puerto Cabello; 214 universitarios permanecen detenidos durante 12 días. La Universidad de los Andes en Mérida reacciona contra la medida, y en otras ciudades surgen protestas, lo que hace ceder al gobierno.

Este embrión revolucionario, alimentado por sublimes ideales de avanzada, se ubica como paradigma histórico, que se ubica en la nueva y reciente historia del siglo pasado, y, que enaltece a nuestra juventud universitaria, en procura de participar con fé de carbonero en la construcción de un futuro promisorio para las generaciones por venir.

Nuestra juventud tiene que cultivar ideales, tiene que rechazar con valentía los cantos de sirena de quienes propugnan el facilismo, y apartarse de los falsos Mesías o redentores

Que temerosos no permiten que nuestra juventud asuma el protagonismo en el hacer, en el construir, en apartase del marasmo enfermizo, la molicie, y tantos antivalores que destruyen la potencialidad del ímpetu juvenil con falsas posturas.

Nuestra historia presenta a nuestros universitarios como voceros de lo edificante, de la utopía que dejo de ser ingenua, para revertirse en sueño realizable con la sabia de principios de bien, en la búsqueda irrenunciable de una patria grande, sin exclusiones odiosas, ni protagonísmos devaluados.

El ejemplo de los universitarios de la generación del 28, está latente y debe significar el paradigma emergente para la generación del presente.