20040904

PROGRAMA 04-09-2004—CANAL 21 TV

ANÁLISIS VISIÓN UNIVERSITARIA.

LA HUMILDAD.

Para un ser humano, personificar la humildad, debe hacer el esfuerzo de escuchar y de aceptar a los demás. Vale decir, una persona, que acepta a los demás, más se tendrá en especial estima, y, se le escuchará más.

En la profundidad del ser yace la autoestima. En esa profundidad fluye la humildad. Para adentrarnos en ese vasto espacio, viajamos a una zona desconocida, con mucha oscuridad. Para penetrar nuestra interioridad, debemos despojarnos de falsas posturas, de fantasías, de utopías irrealizables, que nos hacen falsear la perspectiva. Lograr desenterrar esa joya, de lo más profundo de nuestro ser, es lograr la luz. Sus rayos irradian en las circunstancias más oscuras. Permite disipar el miedo, la inseguridad, la iniquidad, y nos permite descubrir las verdades universales inequívocas.

Debemos tomar conciencia, que somos depositarios de humildad. Ese valor, eleva la autoestima, realzando las relaciones múltiples en el camino de la vida. Nos lleva a asumir reflexiones silenciosas, de tomar el tiempo para sí mismo, mirando la existencia con perspectiva diferente. Debemos renovar nuestras relaciones con el propio ser y con el mundo que nos rodea. Ser humildes es dejar hacer y dejar ser. La humildad nos permite eliminar la posesividad y la visión limitada que hacen crear limitaciones intelectuales y emocionales, que destruyen la autoestima y fortifican muros de arrogancia y de orgullo que distancian a las personas. La humildad, nos abre con suavidad la puerta del acercamiento, de la solidaridad, de la equidad, de la ecuanimidad, corrigiendo y actuando para sanar fisuras. La virtud de la humildad, permite que seamos dignos de confianza, adaptabilidad, flexibilidad, logrando con humildad adquirir grandeza en el corazón de los demás

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Una persona humilde tiene adaptabilidad en cualquier ambiente, por muy hostil o negativo que pueda ser. Mucho más necesaria es la humildad, cuando del servicio a los demás se trata. RECONOSCAMOS QUE NO PUEDE HABER BENEFICIO PARA EL COLECTIVO SIN HUMILDAD. La presencia de una persona humilde hace un ambiente proclive para el disenso, la cordialidad, la solidaridad, el buen decir y el buen hacer. La persona humilde disipa la ira de otra con pocas palabras, y, hace relievar, el dicho, de que una palabra dicha con humildad tiene más fuerza, que el significado de mil palabras. La humildad nos abre con claridad el horizonte. Para lograrlo debemos tener nuestra visión deslastrada de egoísmos, maledicencia, vale decir, tener la mente y el intelecto limpios de distorsiones negativas. Debemos significar la humildad en el momento de expresar opiniones, posturas, interpretaciones, haciéndolo con mente abierta y con el reconocimiento de las particularidades, Reconozcamos y aceptemos la fortaleza y la sensibilidad de nosotros mismos y de los demás. Sin humildad nunca podremos fortalecer la sociedad civil, la comunidad vecinal, el centro de nuestras acciones y ejecutorias profesionales o laborales, ni tendremos la benevolencia de servir con equidad

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El orgullo es opuesto a la autoestima. El orgullo aflora siempre en la persona desvalorizada, que se cobija en él para escapar de sus sentimientos de inferioridad. Podemos medir la grandeza, sin necesidad de asumirla con orgullo. Una persona desvalorizada, pide a voz en cuello honores y elogios para hacerse persona valiosa, en contraposición a sus sentimientos, a la autenticidad, a la seguridad interior

Brindémosle a la humildad el espacio para que ilumine la oscuridad, y permita que estemos concientes de las cosas buenas que poseemos, apartando por innecesaria la envidia, el enojo, el orgullo. Estando con tranquilidad espiritual, con armonía con nosotros mismos, para poder valorar y apreciar a otras personas. Para reconocer nuestras culpas, nuestras fallas, errores, equivocaciones, y descubrir esa fuerza interior que nos permite conocernos, y aceptar la crítica como posibilidad cierta de crecimiento.