20050528

Juan Pablo II

LIC. IVÁN DANILO CHACÓN LABRADOR. DIRECTOR- MODERADOR.

Del colosal bagaje intelectual, que nos dejo para la posteridad Su Santidad Jun Pablo II, tomamos las ilustraciones sobre la “libertad del hombre”, y nos apunta que “Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. “ Quiso Dios dejar al hombre en manos de su propia decisión”

La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo también más libre. No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia.

La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que éstos son voluntarios

Tomando estas luces, de Juan Pablo II, recordemos que el ser humano, requiere de la deliberación de la razón, y, de la libertad de la voluntad, para realizar los actos humanos.

Su Santidad, precisa en su discurso, que la libertad del hombre es finita y falible. La historia de la humanidad, desde sus orígenes, atestigua desgracias y opresiones nacidas del corazón del hombre a consecuencia de un mal uso de la libertad.

De allí que el ejercicio de la libertad no implica el derecho decir y hacer cualquier cosa. Y nos precisa, que “es falso concebir al hombre “sujeto de esa libertad como un individuo autosuficiente que busca la satisfacción de su interés propio en el goce de los bienes terrenales”.

Por otra parte, las condiciones de orden económico y social, político y cultural requeridas para un justo ejercicio de la libertad son, con demasiada frecuencia, desconocidas y violadas. Estas situaciones de ceguera y de injusticia gravan la vida moral y colocan tanto a los fuertes como a los débiles en la tentación de pecar contra la caridad. AL apartarse de la ley moral, el hombre atenta contra su propia libertad, se encadena a sí mismo, rompe la fraternidad con sus semejantes y se rebela contra la verdad.

La libertad, nos hace responsables de nuestros actos, cuando delibera nuestra razón y se plantéa sin medidas coercitivas, la libertad de la voluntad.

El progreso en los actos virtuosos, el pleno conocimiento del bien moral, nos acrecienta en el dominio equilibrado de la voluntad en todos nuestros actos.

Entendamos que es un derecho natural el ser reconocido como un ser libre y responsable.

El derecho igualmente al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la dignidad de la persona humana, fundamentalmente en el campo de la moral.

Recordemos finalmente que sin libertad no hay ética. Que el fín de la ética, ha sido. És, y, nunca dejará de serlo : la búsqueda del bien.

20050525

ANÁLISIS EN VISIÓN UNIVERSITARIA..SÁBADO 21/05/2005


PROCESO GLOBALIZADOR.

El proceso globalizador, nos llama a respondernos múltiples interrogantes, una de ellas podría plantear el ¿hacia dónde debería encaminarse?-

Tomando a dos siglos de la muerte de Emmanuel Kant, una frase que bien podría resumir su respuesta: “Hacia el ideal de una ciudadanía cosmopolita, hacia un mundo en que todas las personas se sepan y sientan tratadas como ciudadanas”

Kant, deja para la posteridad, una visionaria y premonitoria orientación, al señalar que “ es indispensable educar en el cosmopolitismo”.

Kant decía, que “la educación es el problema mayor y más difícil al que los hombres se enfrentan. Es el mayor porque sólo por la educación el hombre puede llegar a ser hombre. No es sino lo que la educación le hace ser. Es indudablemente un problema con características muy especiales, si tomamos en cuenta la responsabilidad de entender plenamente, de saber disernir si a las nuevas generaciones debemos educarlas de acuerdo a lo observado situacionalmente en el presente o con una visión futurista, con un propósito universalizado, mundializado, cosmopolita, que se encuentra en proceso de gestación, todavía no realizado.

Debemos tomar en cuenta las orientaciones que nos deja la gran filósofa española Adela Cortina, quien nos aporta los ejes de una propuesta educativa, para articular reformas, que entendemos nosotros, como fundamentales para el logro de un mundo más justo, más equilibrado, con una sociedad bien informada con capacidad de optimizar sus recursos materiales, pero igualmente menos permeable al engaño, a la farsa, al populismo engañoso, y nos plantea tres ejes centrales.

En primer lugar “el conocimiento”, la transmisión de habilidades y conocimientos para perseguir metas; por otra parte nos señala “la prudencia”, como virtud necesaria para llevar adelante una vida de calidad, una vida feliz, y “la sabiduría moral”con sus lados esenciales, justicia y solidaridad.

En todos los campos de la actividad humana, en la vida social, deben existir expertos que diseñen alternativas humanizadoras y viables.

Debemos educar de tal modo, para hacer técnicos habilidosos, pero igualmente prudentes y buscadores de vida de calidad.

Decía Aristóteles, que con tanta destreza sabe fabricar venenos el que los utiliza para matar como el que los utiliza para sanar; lo que hace buena la técnica, lo que hace bueno el conocimiento, es la bondad del fin que se persigue.

En la conflictividad presente, y que nos agobia, debemos enseñar a resolver conflictos, pero de una manera justa. No basta con el egoísmo inteligente es necesaria la justicia lúcida.

20050514

ANÁLISIS EN VISIÓN UNIVERSITARIA…SÁBADO 14/05/2005.

LOS VALORES EN LA POSMODERNIDAD….

Para quienes tenemos un compromiso sublime con la educación universitaria, es imperativo tener muy a la mano, la orientación en valores, que cada día debe alimentar nuestro espíritu, nuestra misión, y nuestra visión de ductores y orientadores de las generaciones de relevo, en procura de nuestro aporte hacia la búsqueda incesante de un destino alumbrado por las luces del avance virtuoso, más aun tomando en cuenta igualmente el mapa de valores predominantes en el momento histórico que se vive.

El mensaje renovado de su Santidad Benedicto XVI, que nos previene sobre un relativismo muy propio de la posmodernidad, con su pluralismo de valores, en una suerte de entremezcla de valores y antivalores, consecuencia de esa filosofía relativista, que se impone en función de un hacernos creer que todo vale en lo existencial.

Si tomamos la tesis de Enrique Gervilla, encontramos: Pluralismo y diversidad, fragmentación, pensamiento débil, desorientación, escepticismo, secularización, tolerancia, lo “Light”, que surgen ante el desencanto de la razón y la pérdida de fundamentos en la vida. Por otra parte, nos agrupa valores como: la liberación, desconfianza, humor, lo cotidiano y superficial, lo pequeño, que se derivan de la incredulidad ante los grandes relatos y la disolución del sentido de la historia.

Igualmente, Gervilla, enumera: la afectividad y sentimiento, el placer, narcisismo, novedad, aculpabilidad, que aceleradamente se generan por la fragmentación moral

Estos valores, y muchos más que no acabaría nunca de enumerarse, son relativismo puro, presentismo, vale decir lo momentáneo, lo inmediato, y del hedonismo, que impone el placer ante toda circunstancia.

Esto nos confirma, la angustia de su Santidad Benedicto XVI, al denunciar el relativismo posmoderno, que abandona las creencias de verdades absolutas, deslizándose hacia el movedizo e inestable terreno de lo efímero, de lo banal, del vivir al minuto, del pasarlo bien aquí y ahora, al margen de toda moralidad. Esto sin lugar a dudas ha fortalecido la peligrosa cultura individualizada, con trajes a la medida, a lo de cada cual.

La velocidad, lo rápido de los cambios culturales, que hacen que de generación en generación ya no hay diálogo, no hay identidad, imponiéndose una conflictividad enfermiza, que hace muchas veces a los padres abuelos de sus hijos.

Tenemos que volver la mirada, junto a los jóvenes, hacia los valores que perfeccionan al hombre, a esos valores que afectan ala persona en su totalidad, en cuanto hombre, que nos lleven al desarrollo y plena realización de ser propiamente humanos.

Entendamos que el primer valor del hombre está precisamente en su condición de ser persona. Esa fundamentación hacia los deberes y los derechos que son inherentes al hombre que ni él mismo puede renunciar.

Lo que nos permite medir lo bueno y lo malo, permitiéndonos y realizándonos como personas. Pero asumiendo una escala de valores que asimilemos, para una sana orientación en procura de un asumir actitudes globalizadas en el campo social, para hacernos libres, respetuosos, tolerantes, justos, solidarios, que nos haga apartarnos de una sociedad tecnocratica y deshumanizada, insolidaria, unidimensional. Permitámonos de tal forma una actitud positiva frente a los valores, apreciándolos para promocionar la cultura de la vida, para nutrir con pasión lo societario. Digamos con su Santidad Benedicto XVI, en sus palabras muy recientes ante el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede: “Cada pueblo tiene que sacar de su patrimonio espiritual y cultural los mejores valores de los que es portador para salir sin miedo al encuentro del otro, aceptando compartir sus riquezas espirituales y materiales para el bien de todos”.