20061230

CLASE MAGISTRAL GRADUACIÓN DE LA XXV PROMOCIÓN DE TÉCNICOS SUPERIORES UNIVERSITARIOS EN LAS ESPECIALIDADES DE: ADMINISTRACIÓN DE VENTAS, TECNOLOGÍA AUTOMOTRIZ, Y MANTENIMIENTO MECÁNICO. XXIII PROMOCIÓN EN PRODUCCIÓN INDUSTRIL, Y IX EN CONTADURÍA. INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA INDUSTRIAL. “IUTI”. EXTENSIÓN SAN CRISTÓBAL.

ORADOR: LIC IVÁN DANILO CHACÓN LABRADOR.

APRECIADOS ALUMNOS IUTIENSES. HOY CULMINAN UNA ETAPA DE CRECIMIENTO PERSONAL, PARA EL BENEFICIO COLECTIVO, CON FE DE CARBONEROS.

HOY FELIZMENTE NOS REUNIMOS EN ESTA CASA DEL SABER, QUE NO SOLO ESTA ORIENTADA PARA LA INSTRUCCIÓN, LA CAPACITACIÓN, LA PROFESIONALIZACIÓN ACADÉMICA. ES FUNDAMENTALMENTE UNA CASA QUE VENCE LAS SOMBRAS, Y UNA MORADA PARA LA REFLEXIÓN PROFUNDA.

Recordemos pasajes que con especial dedicación, ustedes, y, quien les habla, analizábamos en cada clase de ética profesional, que quedaran en sus alforjas de sueños y utopías para la eterna búsqueda del bien, y el rechazo valiente del mal en todas sus nefastas representaciones.

Estamos viviendo una situación de contrastes tan llamativos de vida y de muerte, de abundancia y de miseria, de libertad y de sometimiento, que se apela a la fraternidad como salvación. Todavía se cree en la fraternidad como el rayo de esperanza en una sociedad que buscar solución y se la ve como la que hoy tiene fuerza de convocatoria”.

Resulta imposible crecer espiritualmente en un individualismo cerrado. La vida cristiana exige vivirla en comunidad, crecer con los demás, apoyarse unos a otros y brindar mi apoyo a los que están junto a mí. Es una vida compartida, solidaria, comunicada y comunitaria.

Amigas y amigos, pensemos que vivimos un mundo que padece de vértigo, un mundo donde proliferan tantas necedades e insensateces, de tantas acciones irreflexivas, de tantas influencias sin fundamento, no sólo es necesaria sino urgente la posesión de una sabiduría auténtica, profunda y eficaz. No de una pseudo-sabiduría que sólo confunde más, de una sabiduría solamente humana, sino de la Sabiduría que viene de Dios. Aquella que orienta, que ilumina, que dirige por el buen camino la existencia. Aquella que nos asiste en los momentos de confusión y de duda, en los momentos en los que nuestra mente puede llegar a entorpecerse por los embates de la vida.

En un mundo que golpea tanto, en el que nos encontramos rodeados de tantas felonías, de tantas ambiciones, de tanta soberbia. En un mundo donde salir lastimado es cosa ordinaria, no sólo es necesario sino urgente el estar lleno de fortaleza. No de fuerza bruta, avasalladora, generadora de violencia, de destrucción, de división y fractura. Tampoco fortaleza entendida como dureza de corazón, como insensibilidad, como indiferencia.

La fortaleza que hoy necesitamos es aquella que nos permite permanecer de pie en medio de las tormentas, en medio de las pruebas, en medio de las dificultades, en medio de las tentaciones. La que nos permite poder seguir pensando con claridad y actuar con acierto, aún cuando las cosas se ponen difíciles. Y esta fortaleza solamente Dios la da, porque solamente Dios la tiene, como invocación de las virtudes morales que coreábamos en las clases en esta su universidad.

En un mundo de guerras, de envidias, de avaricia, de feroz competencia. En un mundo de tanto vacío existencial, de tanta superficialidad, de tanta vanidad, es fácil llenarse de ansiedad y de angustia, es fácil sentirse solo y abatido, es fácil perder la calma: es fácil no tener paz. Pero la paz, a diferencia de lo que muchos creen no significa solamente ausencia de guerra. La paz es una experiencia interior que me hace vivir en armonía, en sintonía, en comunión conmigo mismo, con Dios, con los demás y con la naturaleza. La paz, ante todo, es un don, y es un don divino; y, la paz solamente Dios lo tiene, solamente Dios lo da, con infinita largueza.

El drama de la guerra es suficientemente conocido de todos, por las enseñanzas de la historia de todos los pueblos, y cómo a causa de este enfrentamiento entre los hombres, se producen muertes, injusticias, hambres, dolor, destrucción, etc. La gravedad se ha incrementado en el pasado siglo XX, y en el recorrer del recién iniciado siglo XXI, por la enorme capacidad destructora de los nuevos armamentos. Las dos guerras mundiales del siglo XX, y las múltiples guerras, que ha habido entre diversos países, elevan los muertos por este motivo a bastantes decenas de millones de seres humanos.

El objetivo de todos los hombres debe ser la paz. La paz sólo se puede conseguir si hay justicia. Una guerra de agresión será siempre injusta, pero cuando uno es atacado injustamente, puede legítimamente defenderse. Sería, entonces, una guerra justa. Sólo existirá una guerra justa cuando lo sea su causa y se hayan agotado todos los demás medios de solucionar pacíficamente el conflicto.

Si se miran de cerca todas las guerras se ve cómo, en su raíz, está el pecado humano: soberbia, afán de dominio, venganza, mentira, odio, etc. La única solución plena de la guerra es la conversión de los hombres, lo que Juan Pablo II, llamaba el «desarme de las conciencias». Los tiempos actuales ven dificultada esta meta por la existencia de ideologías que ponen en su base de actuación la violencia y que buscan por todos los medios el dominio mundial. Quienes predican rabiosamente la lucha de clases, la mentira como arma política y poseen enormes depósitos de falsedades, de mentiras, de odios, de maledicencia, de manipulaciones grotescas, que amenazan continuamente la paz mundial.

Siempre en la historia de la humanidad se ha dado el asesinato político, pero en este siglo ha crecido enormemente el uso del asesinato como arma política. Se le llama «terrorismo». Su fin es alterar el orden político e instalar otro nuevo, que dicen es mejor. El criterio moral del terrorismo se basa en el principio de que el fin justifica los medios. Además, el modo de realizarse es particularmente odioso, pues mata a inocentes, destruye bienes importantes para todos y nunca se presenta abiertamente sino que utiliza el engaño.

El fin no justifica los, medios. Este principio es de moral natural. Seguirlo facilitará grandemente la convivencia entre los hombres.

Las palabras de Juan Pablo II sobre este tema son claras. Después de insistir en la necesidad de la justicia, dice: -La paz no puede ser establecida por la violencia, la paz no puede florecer en un clima de terror, de intimidación o de muerte. El mismo Jesús dijo: «Quien toma la espada, a espada morirá» (Mt. 26, 52). Esta es la palabra de Dios, la que ordena a los hombres de esta generación violenta a desistir del odio y la violencia y arrepentirse (... ) la violencia es un mal, la violencia es inaceptable como solución a los problemas, la violencia es indigna del hombre, la violencia es una mentira, porque va contra la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra humanidad porque destruye la verdadera construcción de la sociedad-. Añadía después con fuerza.... que nadie pueda llamar nunca al asesinato con otro nombre que el de asesinato, que a la espiral de la violencia no se le dé nunca la distinción lógica de inevitable o de represalia necesaria. (29-1X-1979).

Recuerden queridos graduandos, que las éticas del consenso se basan en el diálogo constructivo y permanente.

“El consenso es quizá la mejor de las formas de llevar la ética a la sociedad, la menos mala”.

Pero hasta en los consensos, debemos diferenciar el bien del mal, porque: “Hay consensos inhumanos, como la aceptación mayoritaria de la esclavitud durante siglos”

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Dice Aristóteles que, “quien discute si se puede matar a la propia madre, no merece argumentos sino azotes”

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Sócrates, el mejor de los atenienses, murió condenado por sus sabios y envidiosos compatriotas. Parecían, dijo el acusado, un grupo de niños manipulados por la promesa de unos dulces. Y también dijo que es una postura inocente pensar que la justicia emana de la mayoría, pues es someterse a quienes pueden crear artificialmente el consenso con los medios que tienen a su alcance.

Habermas, menos ingenuo, es consciente de que los consensos pueden ser injustos; por eso acepta que sólo en una situación ideal de comunicación podrían resultar equivalentes el consenso y la legitimidad. Pero llegar a esa situación ideal requeriría una educación ideal y un comportamiento ideal por parte de la mayoría: algo -por lo que comprobamos a diario- reservado al mundo platónico de las Ideas. Sin embargo, es preciso tender a esa situación ideal, y ésa es la meta de la ética aplicada, especialmente vigente en la medicina, la empresa, la ciencia, la información, la ecología y la política.

«En asuntos que han de beneficiar o perjudicar a todos, es preciso actuar de acuerdo con el consentimiento general. Por esta razón, en toda clase de negocios públicos se ha de pedir el consentimiento de todos los hombres.» (Fray Bartolomé de las Casas)

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“La amenidad no sólo es la cortesía del filósofo, como decía Ortega, sino cierta obligación”

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Nietzsche. «Es necesario no haber sido nunca complaciente consigo mismo. Es necesario contar la dureza entre los hábitos propios para encontrarse jovial y de buen humor entre verdades todas ellas duras». «Nada hay tan malo como la debilidad». «El error no es ceguera, es cobardía. Toda conquista, todo paso adelante en el conocimiento es consecuencia del valor, de la dureza consigo mismo».

Queridos alumnos, amigas y amigos todos, urge un "rearme moral", pero éste implica un "rearme intelectual". Es urgente ponerse a pensar, aprender a pensar, enseñar a pensar, a jóvenes y, grandes.

Una palabra buena se dice pronto; sin embargo, a veces se nos hace difícil pronunciarla. Nos detiene el cansancio, nos distraen las preocupaciones, nos frena un sentimiento de frialdad o de indiferencia egoísta. Así sucede que pasamos al lado de personas a las cuales, aun conociéndolas, apenas les miramos el rostro y no nos damos cuenta de lo que frecuentemente están sufriendo por esa sutil, agotadora pena, que proviene de sentirse ignoradas. Bastaría una palabra cordial, un gesto afectuoso e inmediatamente algo se despertaría en ellas: una señal de atención y de cortesía puede ser una ráfaga de aire fresco en lo cerrado de una existencia, oprimida por la tristeza y por el desaliento.

Que las dificultades que te toca vivir no sean obstáculo a tu amor y generosidad, sino un fuerte desafío. No te canses de servir, no calles la verdad, supera tus temores, sé consciente de tus propios límites personales. Tienes que ser fuerte y valiente, lúcido y perseverante en este largo camino.

No te dejes seducir por la violencia y las mil razones que aparentan justificarla. Se equivoca el que dice que pasando por ella se logrará la justicia y la paz.

"El talento se educa en la calma y el carácter en la tempestad."

Johann W. Goethe

“El valor está más bien en el aguante que en el ataque”. Santo Tomás de Aquino.

Agradecido bien nacido. Gracias por su generosa designación para dictarles esta clase magistral, que nos recordará por siempre, el compromiso de no olvidarnos de avanzar hacia la búsqueda del sueño edificante, de la utopía juvenil de crecer con pasión, con disciplina, con fe, y esperanza hacia el descubrimiento del horizonte inmenso que es la vida.

Salud queridos alumnos graduandos.

Señoras y señores.