20061230

CLASE MAGISTRAL GRADUACIÓN DE LA XXV PROMOCIÓN DE TÉCNICOS SUPERIORES UNIVERSITARIOS EN LAS ESPECIALIDADES DE: ADMINISTRACIÓN DE VENTAS, TECNOLOGÍA AUTOMOTRIZ, Y MANTENIMIENTO MECÁNICO. XXIII PROMOCIÓN EN PRODUCCIÓN INDUSTRIL, Y IX EN CONTADURÍA. INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA INDUSTRIAL. “IUTI”. EXTENSIÓN SAN CRISTÓBAL.

ORADOR: LIC IVÁN DANILO CHACÓN LABRADOR.

APRECIADOS ALUMNOS IUTIENSES. HOY CULMINAN UNA ETAPA DE CRECIMIENTO PERSONAL, PARA EL BENEFICIO COLECTIVO, CON FE DE CARBONEROS.

HOY FELIZMENTE NOS REUNIMOS EN ESTA CASA DEL SABER, QUE NO SOLO ESTA ORIENTADA PARA LA INSTRUCCIÓN, LA CAPACITACIÓN, LA PROFESIONALIZACIÓN ACADÉMICA. ES FUNDAMENTALMENTE UNA CASA QUE VENCE LAS SOMBRAS, Y UNA MORADA PARA LA REFLEXIÓN PROFUNDA.

Recordemos pasajes que con especial dedicación, ustedes, y, quien les habla, analizábamos en cada clase de ética profesional, que quedaran en sus alforjas de sueños y utopías para la eterna búsqueda del bien, y el rechazo valiente del mal en todas sus nefastas representaciones.

Estamos viviendo una situación de contrastes tan llamativos de vida y de muerte, de abundancia y de miseria, de libertad y de sometimiento, que se apela a la fraternidad como salvación. Todavía se cree en la fraternidad como el rayo de esperanza en una sociedad que buscar solución y se la ve como la que hoy tiene fuerza de convocatoria”.

Resulta imposible crecer espiritualmente en un individualismo cerrado. La vida cristiana exige vivirla en comunidad, crecer con los demás, apoyarse unos a otros y brindar mi apoyo a los que están junto a mí. Es una vida compartida, solidaria, comunicada y comunitaria.

Amigas y amigos, pensemos que vivimos un mundo que padece de vértigo, un mundo donde proliferan tantas necedades e insensateces, de tantas acciones irreflexivas, de tantas influencias sin fundamento, no sólo es necesaria sino urgente la posesión de una sabiduría auténtica, profunda y eficaz. No de una pseudo-sabiduría que sólo confunde más, de una sabiduría solamente humana, sino de la Sabiduría que viene de Dios. Aquella que orienta, que ilumina, que dirige por el buen camino la existencia. Aquella que nos asiste en los momentos de confusión y de duda, en los momentos en los que nuestra mente puede llegar a entorpecerse por los embates de la vida.

En un mundo que golpea tanto, en el que nos encontramos rodeados de tantas felonías, de tantas ambiciones, de tanta soberbia. En un mundo donde salir lastimado es cosa ordinaria, no sólo es necesario sino urgente el estar lleno de fortaleza. No de fuerza bruta, avasalladora, generadora de violencia, de destrucción, de división y fractura. Tampoco fortaleza entendida como dureza de corazón, como insensibilidad, como indiferencia.

La fortaleza que hoy necesitamos es aquella que nos permite permanecer de pie en medio de las tormentas, en medio de las pruebas, en medio de las dificultades, en medio de las tentaciones. La que nos permite poder seguir pensando con claridad y actuar con acierto, aún cuando las cosas se ponen difíciles. Y esta fortaleza solamente Dios la da, porque solamente Dios la tiene, como invocación de las virtudes morales que coreábamos en las clases en esta su universidad.

En un mundo de guerras, de envidias, de avaricia, de feroz competencia. En un mundo de tanto vacío existencial, de tanta superficialidad, de tanta vanidad, es fácil llenarse de ansiedad y de angustia, es fácil sentirse solo y abatido, es fácil perder la calma: es fácil no tener paz. Pero la paz, a diferencia de lo que muchos creen no significa solamente ausencia de guerra. La paz es una experiencia interior que me hace vivir en armonía, en sintonía, en comunión conmigo mismo, con Dios, con los demás y con la naturaleza. La paz, ante todo, es un don, y es un don divino; y, la paz solamente Dios lo tiene, solamente Dios lo da, con infinita largueza.

El drama de la guerra es suficientemente conocido de todos, por las enseñanzas de la historia de todos los pueblos, y cómo a causa de este enfrentamiento entre los hombres, se producen muertes, injusticias, hambres, dolor, destrucción, etc. La gravedad se ha incrementado en el pasado siglo XX, y en el recorrer del recién iniciado siglo XXI, por la enorme capacidad destructora de los nuevos armamentos. Las dos guerras mundiales del siglo XX, y las múltiples guerras, que ha habido entre diversos países, elevan los muertos por este motivo a bastantes decenas de millones de seres humanos.

El objetivo de todos los hombres debe ser la paz. La paz sólo se puede conseguir si hay justicia. Una guerra de agresión será siempre injusta, pero cuando uno es atacado injustamente, puede legítimamente defenderse. Sería, entonces, una guerra justa. Sólo existirá una guerra justa cuando lo sea su causa y se hayan agotado todos los demás medios de solucionar pacíficamente el conflicto.

Si se miran de cerca todas las guerras se ve cómo, en su raíz, está el pecado humano: soberbia, afán de dominio, venganza, mentira, odio, etc. La única solución plena de la guerra es la conversión de los hombres, lo que Juan Pablo II, llamaba el «desarme de las conciencias». Los tiempos actuales ven dificultada esta meta por la existencia de ideologías que ponen en su base de actuación la violencia y que buscan por todos los medios el dominio mundial. Quienes predican rabiosamente la lucha de clases, la mentira como arma política y poseen enormes depósitos de falsedades, de mentiras, de odios, de maledicencia, de manipulaciones grotescas, que amenazan continuamente la paz mundial.

Siempre en la historia de la humanidad se ha dado el asesinato político, pero en este siglo ha crecido enormemente el uso del asesinato como arma política. Se le llama «terrorismo». Su fin es alterar el orden político e instalar otro nuevo, que dicen es mejor. El criterio moral del terrorismo se basa en el principio de que el fin justifica los medios. Además, el modo de realizarse es particularmente odioso, pues mata a inocentes, destruye bienes importantes para todos y nunca se presenta abiertamente sino que utiliza el engaño.

El fin no justifica los, medios. Este principio es de moral natural. Seguirlo facilitará grandemente la convivencia entre los hombres.

Las palabras de Juan Pablo II sobre este tema son claras. Después de insistir en la necesidad de la justicia, dice: -La paz no puede ser establecida por la violencia, la paz no puede florecer en un clima de terror, de intimidación o de muerte. El mismo Jesús dijo: «Quien toma la espada, a espada morirá» (Mt. 26, 52). Esta es la palabra de Dios, la que ordena a los hombres de esta generación violenta a desistir del odio y la violencia y arrepentirse (... ) la violencia es un mal, la violencia es inaceptable como solución a los problemas, la violencia es indigna del hombre, la violencia es una mentira, porque va contra la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra humanidad porque destruye la verdadera construcción de la sociedad-. Añadía después con fuerza.... que nadie pueda llamar nunca al asesinato con otro nombre que el de asesinato, que a la espiral de la violencia no se le dé nunca la distinción lógica de inevitable o de represalia necesaria. (29-1X-1979).

Recuerden queridos graduandos, que las éticas del consenso se basan en el diálogo constructivo y permanente.

“El consenso es quizá la mejor de las formas de llevar la ética a la sociedad, la menos mala”.

Pero hasta en los consensos, debemos diferenciar el bien del mal, porque: “Hay consensos inhumanos, como la aceptación mayoritaria de la esclavitud durante siglos”

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Dice Aristóteles que, “quien discute si se puede matar a la propia madre, no merece argumentos sino azotes”

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Sócrates, el mejor de los atenienses, murió condenado por sus sabios y envidiosos compatriotas. Parecían, dijo el acusado, un grupo de niños manipulados por la promesa de unos dulces. Y también dijo que es una postura inocente pensar que la justicia emana de la mayoría, pues es someterse a quienes pueden crear artificialmente el consenso con los medios que tienen a su alcance.

Habermas, menos ingenuo, es consciente de que los consensos pueden ser injustos; por eso acepta que sólo en una situación ideal de comunicación podrían resultar equivalentes el consenso y la legitimidad. Pero llegar a esa situación ideal requeriría una educación ideal y un comportamiento ideal por parte de la mayoría: algo -por lo que comprobamos a diario- reservado al mundo platónico de las Ideas. Sin embargo, es preciso tender a esa situación ideal, y ésa es la meta de la ética aplicada, especialmente vigente en la medicina, la empresa, la ciencia, la información, la ecología y la política.

«En asuntos que han de beneficiar o perjudicar a todos, es preciso actuar de acuerdo con el consentimiento general. Por esta razón, en toda clase de negocios públicos se ha de pedir el consentimiento de todos los hombres.» (Fray Bartolomé de las Casas)

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“La amenidad no sólo es la cortesía del filósofo, como decía Ortega, sino cierta obligación”

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Nietzsche. «Es necesario no haber sido nunca complaciente consigo mismo. Es necesario contar la dureza entre los hábitos propios para encontrarse jovial y de buen humor entre verdades todas ellas duras». «Nada hay tan malo como la debilidad». «El error no es ceguera, es cobardía. Toda conquista, todo paso adelante en el conocimiento es consecuencia del valor, de la dureza consigo mismo».

Queridos alumnos, amigas y amigos todos, urge un "rearme moral", pero éste implica un "rearme intelectual". Es urgente ponerse a pensar, aprender a pensar, enseñar a pensar, a jóvenes y, grandes.

Una palabra buena se dice pronto; sin embargo, a veces se nos hace difícil pronunciarla. Nos detiene el cansancio, nos distraen las preocupaciones, nos frena un sentimiento de frialdad o de indiferencia egoísta. Así sucede que pasamos al lado de personas a las cuales, aun conociéndolas, apenas les miramos el rostro y no nos damos cuenta de lo que frecuentemente están sufriendo por esa sutil, agotadora pena, que proviene de sentirse ignoradas. Bastaría una palabra cordial, un gesto afectuoso e inmediatamente algo se despertaría en ellas: una señal de atención y de cortesía puede ser una ráfaga de aire fresco en lo cerrado de una existencia, oprimida por la tristeza y por el desaliento.

Que las dificultades que te toca vivir no sean obstáculo a tu amor y generosidad, sino un fuerte desafío. No te canses de servir, no calles la verdad, supera tus temores, sé consciente de tus propios límites personales. Tienes que ser fuerte y valiente, lúcido y perseverante en este largo camino.

No te dejes seducir por la violencia y las mil razones que aparentan justificarla. Se equivoca el que dice que pasando por ella se logrará la justicia y la paz.

"El talento se educa en la calma y el carácter en la tempestad."

Johann W. Goethe

“El valor está más bien en el aguante que en el ataque”. Santo Tomás de Aquino.

Agradecido bien nacido. Gracias por su generosa designación para dictarles esta clase magistral, que nos recordará por siempre, el compromiso de no olvidarnos de avanzar hacia la búsqueda del sueño edificante, de la utopía juvenil de crecer con pasión, con disciplina, con fe, y esperanza hacia el descubrimiento del horizonte inmenso que es la vida.

Salud queridos alumnos graduandos.

Señoras y señores.

CONFERENCIA DEL LICENCIADO IVÁN DANILO CHACÓN LABRADOR, EN LAS XIII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN, DEL INSTITUTO UNIVERSITARIO POLITÉCNICO “SANTIAGO MARIÑO”, EXTENSIÓN SAN CRISTÓBAL.

LUGAR: “BIBLIOTECA PÚBLICA LEONARDO RUIZ PINEDA”.

LA INVESTIGACIÓN CÓMO AREA DE CONOCIMIENTO ANTE LA SOCIEDAD

La investigación Universitaria, permite un ambiente donde los estudiosos examinan a fondo la realidad con los métodos propios de cada disciplina académica, contribuyendo así al enriquecimiento del saber humano.

La investigación Universitaria debe ser orientada en forma sistemática, en donde cada disciplina se estudie, y, confluyan en un diálogo entre las diversas disciplinas con un propósito enriquecedor mutuo.

La investigación, además de ayudar a los hombres y mujeres en la búsqueda constante de la verdad, debe ofrecer un eficaz testimonio, hoy tan necesario en cuanto al valor intrínseco de la ciencia y de la investigación en beneficio social.

En una Universidad, la investigación debe abarcar necesariamente:

a) La consecución de una integración del saber.

b) El diálogo entre fe y razón.

c) Una preocupación ética.

La integración del saber como un proceso que siempre se puede perfeccionar. Además, el incremento del saber en nuestro tiempo, al que se añade la creciente especialización del conocimiento en el seno de cada disciplina académica, hace tal tarea cada vez más difícil.

De allí que compartimos con Mikel De Viana, que una Universidad, “debe ser” “Unidad viva de organismos, dedicados a la investigación de la verdad…Es preciso, por lo tanto, promover tal superior síntesis del saber, en la que solamente se saciará aquella sed de verdad que está inscrita en lo más profundo del corazón humano”

Al promover dicha integración, la Universidad debe comprometerse, más específicamente, en el diálogo entre fé y razón, de modo que se pueda ver más profundamente cómo fe y razón se encuentran en la única verdad. Aunque conservando cada disciplina académica su propia identidad y sus propios métodos, este diálogo pone en evidencia que la “investigación metódica en todos los campos del saber si se realiza de una forma auténticamente científica y conforme a las leyes morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen un mismo origen supremo. La vital interacción de los dos distintos niveles del conocimiento de la única verdad conduce a un amor mayor de la verdad misma y contribuye a una mejor comprensión de la vida humana y del fin de la creación.

De allí que el saber debe servir a la persona humana, la investigación se debe realizar siempre preocupándose de las implicaciones éticas y morales, inherentes tanto a los métodos como a sus descubrimientos.

Aunque presente en toda investigación, esta preocupación es particularmente urgida en el campo de la investigación científica.

El padre De Viana, profundiza, al señalar:

““Es esencial que nos convenzamos de la prioridad de lo ético sobre lo técnico, de la primacía de la persona humana sobre las cosas, de la superioridad del espíritu sobre la materia.

La investigación universitaria, solamente servirá a la causa del hombre si el saber está unido a la conciencia.

Los hombres de ciencia ayudarán realmente a la humanidad sólo si conservan el sentido de la trascendencia del hombre sobre el mundo y de Dios sobre el hombre”

En los procesos investigativos, debemos en la universidad, profundizar en el estudio del hombre, y lograr una búsqueda incesante del saber, para poder de igual manera mantener un diálogo entre fe y razón.

Lo filosófico, lo teológico, permite un basamento sólido para poder comprender el mundo de hoy, sus angustias, sus turbulencias, sus carencias, lo proceloso de su mar, para navegar con buen timonel, y nos permita adentrarnos más sobre la observancia del tejido social, la adecuación a las exigencias actuales.

Existe una intima relación entre investigación y enseñanza, de allí que debemos relievar la importancia, de las exigencias indicadas en la investigación, para que determinen constantemente como influencias en la enseñanza.

Con amplitud de criterio, con la búsqueda sistémica y metodologica, con la interdisciplinariedad, logramos una visión orgánica de la realidad social, para una investigación más humanizada.

En su trabajo de aportar luces para vencer las sombras, la universidad, está inmersa en la sociedad humana.

La investigación universitaria, debe lograr una permanente inclusión de los problemas contemporáneos, como la dignidad de la persona humana, la calidad de vida personal y familiar, el equilibrio ecológico, la promoción de la justicia social, la búsqueda de la paz y de la estabilidad política, una justa distribución de la riqueza, un nuevo ordenamiento económico y político que contribuya para un mejor servicio a la comunidad humana a nivel nacional e internacional.

La investigación universitaria debe orientarse a un estudio en profundidad, sobre las raíces y las causas de los graves problemas de nuestro tiempo, sus dimensiones humanas, éticas, logrando un trato más apegado a la sensibilidad social, para salvaguardar el bien auténtico de la sociedad. Profundizar en la investigación.

Bien lo dice la doctrina social de la iglesia, en su llamado urgente a promover, “el desarrollo de los pueblos, que luchen por liberarse del yugo del hambre, de la miseria, de las enfermedades endémicas y de la ignorancia; de aquellos que buscan una participación más amplia en los frutos de la civilización y una valoración más activa de sus cualidades humanas; que se mueven con decisión hacia la meta de su plena realización”.

La investigación universitaria, debe inspirarse en lo humano para lograr una eficiente búsqueda investigativa de la problemática social, económica, política, sanitaria, educacional, cultural,….,con las ciencias, la razón y la fe de carboneros, en función de un logro comunitario de darle sentido a la vida, y, un eterno mejorar, para avanzar hacia estadios de superación social.

Con la investigación con un sentido social, logra nuestra universidad, un estudiante formado en las diversas disciplinas, de una manera competente en el campo específico, al cual se dedicarán en servicio a la sociedad. Sus conocimientos científicos y técnicos, en beneficio del progreso de las personas, y de la sociedad, para la justa solución de los problemas de la vida.

Hagamos nuestras las palabras de Juan Pablo II, “Esta en juego el significado de la investigación científica y de la tecnológica, de la convivencia social, de la cultura, pero, más profundamente todavía, está en juego el significado mismo del hombre”.

Concluyo, con un agradecimiento a los organizadores de estas Jornadas de Investigación, en especial al Ing. Tomás Edgardo Devia, Coordinador General de Extensión, y a la Ing. Mariaelena Varela Jefe del Departamento de Investigación, del Instituto Universitario Politécnico “Santiago Mariño”, que me han concedido esta valiosa oportunidad, para hablar sobre Investigación y Sociedad, con la esperanza de contribuir como docente universitario, a enriquecer la reflexión sobre tan importante, actual y pertinente tema universitario.

20061217

Año Nuevo: Poner últimas piedras

Comenzar algo siempre nos llena de entusiasmo. Un nuevo trabajo, un nuevo proyecto, una nueva relación trae consigo esperanzas y expectativas. En realidad poner “la primera piedra” de un edificio es relativamente sencillo. Pero poner “la última piedra” no es tan fácil.

El poner la última piedra es un valor que nos enseña la importancia de terminar lo que emprendemos y no dejarlo a medias.

Cuando termina un año, se da un doble fenómeno: el de la alegría de comenzar un nuevo ciclo, pero en cierta forma también un poco la tristeza de ver que no terminamos todo lo que nos propusimos.

No podemos permitir que el desánimo o la tristeza nos impidan actuar. Los grandes proyectos requieren de un trabajo constante. Las grandes obras se componen de pequeños esfuerzos que se realizan todos los días. Pero también es importante sentarse a meditar en qué queremos lograr y hacia donde esperamos ir. Si no tenemos la constancia y la lucha diaria de construir las cosas grandes con pequeños detalles, nos quedaremos colocando primeras piedras, pero no acabaremos nuestras obras.

Poner la última piedra es la culminación que nos brinda paz y una conciencia serena. Quienes siempre emprenden pero nunca terminan acaban desanimándose y llegando a un conformismo mediocre que no es sano.

Para poner últimas piedras, debemos conocer nuestras capacidades y nuestros defectos. Pero nuestros proyectos siempre deben exigirnos un poco más de lo que podemos hacer. Todos los seres humanos tenemos limitaciones que vamos conociendo con el paso del tiempo. Un joven es mucho más soñador que un adulto. Los jóvenes con frecuencia se establecen metas demasiado altas, poco acordes a sus posibilidades reales. Por el contrario, a veces las personas mayores tienden a ser más pesimistas, pues se han dado cuenta de que la vida no es tan sencilla y que los sueños son difíciles de materializar.

Pero ninguna de las dos actitudes es sana: ni la del joven que no mide sus posibilidades, ni la del adulto que deja de soñar. Tener una actitud equilibrada significa plantearnos metas un poco mayores de lo que sabemos que podemos hacer, y asegurarnos de poner la última piedra. Y una vez que lo logremos, volver a empezar haciendo planes, proyectos y fijándonos nuevas metas, cada vez más altas.

Podemos sentir desánimo porque nosotros no pudimos hacer lo que queríamos, y es lógico. Sin embargo nunca debemos olvidar que si lo que emprendemos no lo hacemos solo para nosotros, ni solo nosotros, sino haciéndolo para la Gloria de Dios y contando con Su ayuda, lo lograremos.

Siempre conviene recordar el Episodio de las Bodas de Caná que nos narra San Juan en su Evangelio, cuando Nuestro Señor Jesucristo hizo su primer milagro: Convirtió el agua en vino, pero hay una nota muy importante que debemos resaltar: antes de convertir el agua en vino, pidió que se llenaran seis tinajas que tenían para las purificaciones de los judíos. El evangelista nos narra que “las llenaron hasta arriba”. Este pasaje debe recordarnos que el Señor podría haber creado el vino por un solo acto de Su voluntad, sin embargo quiso que los hombres llenaran las tinajas. Dios está dispuesto a ayudarnos, y hará lo que nosotros no podemos, pero cuenta con nuestro esfuerzo. Y nosotros debemos “llenar las tinajas hasta arriba”, no hasta la mitad, ni a tres cuartos de su capacidad, sino “hasta arriba”. Esto significa que cuando tengamos un proyecto, un trabajo, o pongamos una “primera piedra”, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo, y confiar en que Dios suplirá lo que nosotros no podemos hacer.

Es fácil poner primeras piedras, pero no es tan fácil poner últimas piedras. Quien pone últimas piedras se convierte en un elemento fundamental en su familia, en el trabajo, en la comunidad, porque todo el mundo sabe lo difícil que es concluir una tarea y lo fácil que es empezarlas. El secreto de la última piedra está en que si nosotros hacemos nuestro mejor esfuerzo y se lo ofrecemos a Dios, él se encargará de ayudarnos a concluirlo.

Dentro de lo que nos corresponde a nosotros, para vivir el valor de poner últimas piedras podemos:

- Establecer una fecha clara para terminar un proyecto.

- Saber que todo cuanto emprendamos tarde o temprano tendrá obstáculos, y estar preparado para ello.

- Crear un calendario en el que establezcamos acciones concretas para terminar nuestros proyectos.

- Todo gran edificio está construido con partes más pequeñas. Debemos acostumbrarnos a hacer pequeñas acciones, pero muy constantes.

- No poner una sola “última piedra” sino muchísimas, que el culminar nuestras actividades o proyectos se convierta en un hábito, y no en una excepción.

Concluye un año y empieza otro. Y es el momento no solo de hacer propósitos, sino de hacer nuestro esfuerzo humano para “llenar las tinajas”, pero nunca olvidar que si realmente queremos poner la última piedra, debemos pedir la ayuda de Dios y él no nos la negará.

Pidámosle a la Santísima Virgen María que interceda ante nuestro Señor para que este año que comienza tenga muchos y muy buenos propósitos, pero que sobre todo tenga muchas “últimas piedras” y que la mejor “última piedra” sea la de vivir al final de este año que comienza como buenos cristianos que amemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas, y que amemos al prójimo como a nosotros mismos.


¡Feliz año 2007 les desea todo el equipo de VISIÓN UNIVERSITARIA.

MENSAJE DE ENCUENTRA. COM - RECOPILACIÓN LIC. IVÁN DANILO CHACÓN L.

EXCLUSIVO USO DOCENTE A NIVEL UNIVERSITARIO.


SAN CRISTÓBAL, DICIEMBRE DE 2006.

TRAS LA HUELLA VIRTUOSA DE UNA ÉTICA HUMANA EN TIEMPOS DE CRISIS DE VALORES.

Iniciamos este ligero resumen, del futuro trabajo de grado, en la Maestría en Filosofía, en la mención, “Pensamiento Cristiano Medieval”, imbuidos en reflexiones, desde la bucólica y recoleta colina de Toico, para acunar utopías, en un propósito de contextualizar la documentación a investigar, con la realidad circundante venezolana, en tiempos de cambios profundos, en los diferentes ordenes de la vida nacional, y, en un mundo globalizado, que en muchas oportunidades, en el decir de la Profesora Adela Cortina:” en nuestra época, los cambios tecnológicos y sociales son tan rápidos, se producen tantos acontecimientos importantes en el mundo cada día, la historia parece que se acelera y se detiene al mismo tiempo”, y agregamos, que todo esto y mucho más hace que el modo tradicional de trasmitir, aprender, modificar y crear valores sea hoy casi imposible, sin haber inventado todavía maneras nuevas. No hay duda de que “la utopía ha perdido su inocencia”, y con ella, la “ética y la moral” se ven afectadas. Ya no aceptamos la tradición que viene desde lo más cercano a nosotros: la educación recibida en nuestro regazo familiar, en el que hemos crecido. De allí el propósito de vincular la investigación documental con la ética, al estudiar las diferentes virtudes morales, a la luz, que, en el decir del Profesor, José Luís Aranguren, “La historia de las virtudes coincide con la historia de la ética…”… “El libro de moral más importante de la antigüedad, la Ética nicomaquea, y el libro de moral más importante de la Edad Media, la segunda parte de la Summa Theologica, constituyen sistemas de virtudes. Textos, comprendidos en la bibliografía de consulta, en la investigación documental.

Siguiendo con el Profesor Aranguren, las dos morales más importantes de otros tiempos, la de Aristóteles y la de Santo Tomás, consistían en teoría de las virtudes. De allí, que encontremos la definición más acreditada de la virtud, es la dada por Aristóteles en la Ética nicomaquea: “héxis, procedente de libre elección(o habitus electivus, como dice Santo Tomás), consistente en un “término medio” en relación con nosotros, regulada por el logos, como la regularía el hombre prudente”. Vale decir, Elección que se hace con arreglo a una norma, rectitud (orthótes) de la inteligencia (Aristóteles dice logos, pero ya sabemos que el logos no es sino un uso de la inteligencia) y concretada prudencialmente.

Trataremos de destacar en el trabajo, el enfoque Escolástico, de las virtudes cardinales. Para Santo Tomás, al ahondar en el principio de su clasificación, ve en ellas las virtudes-tipo que realizan perfectamente los cuatro modos generales de virtud: La prudencia, como determinación racional del bien; La justicia, institución o establecimiento del bien; la Fortaleza , firmeza para adherir a él, y, la Templanza, o, moderación para no dejarse arrastrar a su contrario, el mal.

Trataremos de acercarnos, a nuestras gentes, cansadas de arquetipos vacíos, de esperanzas marchitas por ciertos ideales que resultaron mendaces, de ideologías que solo buscan los intereses de grupo o fáciles oportunismos, de eternos diálogos que siempre naufragan en lo mismo; en fín, la fatiga del espíritu parece haber cortado el aliento para los grandes ideales, para las utopías del espíritu, para volver reencontrar el nuevo mundo.