20070902

TIEMPO DE REFLEXIÓN

UN MENSAJE ALENTADOR.

Iván Danilo Chacón Labrador.

Se ha dicho que el hombre occidental es rico en medios pero pobre en fines. La cultura contemporánea, con su antropología frecuentemente cerrada a lo trascendente, corre el riesgo de mutilar al hombre o de asfixiarlo en su pretendida autonomía. Pero el hombre de nuestro tiempo, como en todas las épocas, seguirá preguntándose por el bien, porque la vida exige imperiosamente un sentido. Esa interrogante del hombre, nos permite reafirmar, que el fin de la ética, ha sido, es, y nunca dejará de ser la búsqueda del bien societario. El hombre occidental, que es prodigado por la Providencia, con infinita largueza, está urgido de una visión más humana, para apreciar las nuevas realidades que se nos presentan en el día día, en la cotidianidad, para lograr nuevos paradigmas, que grafiquen un futuro hacia la búsqueda de lo trascendente, hacia la infinitud del ser, hacia el fin último que es Dios.

En un mundo que golpea tanto, en el que nos encontramos rodeados de tantas felonías, de tantas ambiciones, de tanta soberbia. En un mundo donde salir lastimado es cosa ordinaria, no sólo es necesario sino urgente el estar lleno de fortaleza. Fortaleza virtuosa, de valor inconmensurable, que de igual manera sea recibida, asimilada, con infinita largueza. No de fuerza bruta, avasalladora, generadora de violencia, de destrucción, de división y fractura, de odiosas exclusiones, de aparteid. Tampoco fortaleza entendida como dureza de corazón, como insensibilidad, como indiferencia, como deshumanizada postura embriagada de egoísmos.

La fortaleza que hoy necesitamos es aquella que nos permite permanecer de pie en medio de las tormentas, en medio de las pruebas, en medio de mares procelosos, en medio de las dificultades, en medio de las tentaciones. La que nos permite poder seguir pensando con claridad y actuar con acierto, aún cuando las cosas se pone difícil. Y esta solamente Dios la da, porque solamente Dios la tiene.

En un mundo de guerras, de envidias, de avaricia, de feroz competencia. En un mundo de tanto vacío existencial, de tanta superficialidad, de tanta vanidad, es fácil llenarse de ansiedad y de angustia, es fácil sentirse solo y abatido, es fácil perder la calma: es fácil no tener paz. Pero la paz, a diferencia de lo que muchos creen no significa solamente ausencia de guerra. La paz es una experiencia interior que me hace vivir en armonía, en sintonía, en comunión conmigo mismo, con Dios, con los demás y con la naturaleza. La paz, ante todo, es un don, y es un don divino; solamente Dios lo tiene, solamente Dios lo da.

Con la entusiasta participación de más de medio millón de jóvenes que acudieron de todos los puntos geográficos de la península italiana a la ciudad de Loreto, el Papa Benedicto XVI presidió la semana pasada la Santa Misa en la que alentó a los presentes a no tener miedo de "ir contracorriente" y optar por el amor y la humildad auténticas en medio de un mundo signado por el egoísmo y la arrogancia y que privilegia la apariencia y el tener. Al recordar al inicio de su homilía que "Dios, para realizar su Alianza, buscó un corazón joven, y lo encontró en María, 'mujer joven'", el Santo Padre aseguró que aún hoy en día "Dios busca corazones jóvenes, busca jóvenes de corazón grande, capaces de hacerle espacio en su vida para ser protagonistas de la Nueva Alianza". Asimismo hizo notar que "para acoger una fascinante propuesta como la que nos hace Jesús, para realizar una Alianza con Él, es necesario ser jóvenes interiormente, con la capacidad de dejarse interpelar por su novedad, para realizar con Él caminos nuevos". "Jesús –continuó tiene una predilección por los jóvenes; respeta la libertad, pero no se cansa jamás de proponerles metas cada vez más altas para la vida: la novedad del Evangelio y la belleza de una conducta santa". Más adelante afirmó que la Iglesia sigue el ejemplo de Cristo, y que es por ello que ella sigue a los jóvenes "con inmenso afecto y está cerca de ustedes en los momentos de alegría y de diversión, de prueba y de sufrimiento; los sostiene con los dones de la gracia sacramental y los acompaña en el discernimiento de vuestra vocación". "Queridos jóvenes, déjense involucrar en la vida nueva que brota del encuentro con Cristo y estaréis en capacidad de ser apóstoles de su paz en vuestras familias, entre vuestros amigos, en vuestras comunidades eclesiales y en los varios ambientes en los cuales vivís y operáis". El Santo Padre continuó su homilía explicando el significado de la palabra "joven" en su sentido evangélico, y refiriéndose a la Virgen María dijo: "Dios ha mirado la humildad de su sierva. La humildad de María es aquello que Dios aprecia más que cualquier otra cosa en ella". Reflexionando sobre el modo de pensar del mundo actual, agregó que "el humilde es percibido como renuncia, como un derrotado, uno que no tiene nada que decir al mundo. Pero en cambio es el camino maestro, y no solo porque la humildad es una gran virtud humana, sino porque, en primer lugar, representa el modo de actuar del mismo Dios". "No sigan el camino del orgullo, sino el de la humildad. Id contracorriente: no escuchéis las voces interesadas que hoy publicitan modelos de vida marcados por la arrogancia y la violencia, por la prepotencia y el éxito a todo costo, por la apariencia y el tener, sacrificando el ser", dijo el Papa. "¡Sed vigilantes ¡¡Sed críticos! No tengáis miedo, queridos amigos de preferir los caminos 'alternativos' indicados por el amor verdadero: un estilo de vida sobrio y solidario; relaciones afectivas sinceras y puras; un compromiso honesto en el estudio y el trabajo; el interés profundo por el bien común. No tengáis miedo de parecer diversos y de ser criticados por aquello que puede parecer propio de un perdedor o fuera de moda: vuestros coetáneos, pero también los adultos, tienen una profunda necesidad de ver a alguien que ose vivir según la plenitud humana manifestada por Cristo Jesús". El Papa así se refirió al camino de la humildad como un camino "del valor", el "resultado de una victoria del amor sobre el egoísmo, de la gracia sobre el pecado". Prosiguiendo su homilía, el Santo Padre invitó a todos los presentes a ver en los santos modelos de humildad y destacó su profunda pertenencia a la Iglesia, afirmando que "no se puede amar a Jesús sino se ama y no se sigue a su Iglesia". Concluyendo, Benedicto XVI renovó su invitación a los jóvenes participar en la Jornada Mundial de la Juventud a realizarse el próximo año en Sydney, Australia, y alentó a "preparse para esta manifestación de fe juvenil, mediante el Mensaje que profundiza el tema del Espíritu Santo, para juntos vivir una nueva primavera del Espíritu".

Con este ecuménico mensaje del Santo Padre, la esperanza venezolana, es igualmente visualizada en el querer, y sentir de nuestra juventud, que definitivamente, en el decir del juglar, es “PROMESA CIERTA DE FUTURO”.